Quiero trabajar mi capital erótico y hace un mes me apunté al gimnasio, fui un día y salí despavorido flipando con lo que sucede en estos establecimientos de “ocio deportivo”.
Cuando no haces deporte, te cuesta mucho empezar a ponerte en forma, pero lo mismo pasa con los libros, cuando no estudias, volver a estudiar puede ser la caída del mundo sobre tu cabeza. La dualidad entre cuerpo y mente puede ser desastrosa si no la llevas a buen puerto.
Mi primer día en el gimnasio era esperanzador, las compañeras de trabajo me animaron a ir a ese centro donde el cultivo al cuerpo es la principal prioridad de los usuarios. Entiéndase el cultivo del cuerpo como la forma de lograr un cuerpo perfecto marcado por los estereotipos culturales. Entiéndase el gimnasio como una fábrica del capital erótico.
Algunas personas hacen deporte por estar en forma y no por tener un “cuerpo diez”. Otras se machacan día a día para lograr el cuerpo diez.
Tener un cuerpo diez hoy en día te da ventajas, ya que es admirado, soñado, advertido, querido y deseado.
Resumen
¿QUÉ ES TENER UN CUERPO DIEZ?
En toda cultura (no sé si en todas, pero tal vez en casi todas) ha habido cánones de belleza. Allá por el siglo XIX la delgadez era síntoma de enfermedad, y la corpulencia, lo que hoy damos nombre a la obesidad era síntoma de salud, de comer bien, de poder económico y de capital erótico.
Hoy en día, la belleza marcada en el siglo XIX es síntoma de enfermedad, obesidad y se lucha contra ello con campañas para frenar la obesidad.
Los cánones de belleza están para de-construirlos y el antropólogo está a pie de observación para describirlos. El capital inunda nuestro cuerpo y nuestra mente.
La delgadez, el estar en forma, y lucir cierta indumentaria crean una hipotética y hegemónica belleza.
La belleza, el “cuerpo diez”, la moda, el canon, son visibles y evaluados constantemente. El cuerpo es observado y calificado dentro de un patrón cultural donde las categorías construidas sobre la imagen del cuerpo operan objetivándolo y calificándolo como un cuerpo normativo dentro del canon, creando sensaciones y emociones en la persona y hacia las personas que perciben los cuerpos. Lo que sale de la norma, el cuerpo diferente, es “invisibilizado”, estigmatizado y sujeto a críticas “devaluativas”.
El estar en forma se ha convertido en uno de los principales objetivos de las personas que viven en las sociedades occidentales. El culto al cuerpo puede llegar a convertirse en una obsesión, como la vigorexia, enfermedad que sufren ciertas personas por tener el “cuerpo diez” y con el objetivo de estar dispuesto a lo que sea para conseguirlo.
El capital erótico es un concepto que me crea cierta incertidumbre y cierto malestar. No soy una persona con capital erótico, mi cuerpo no entraría dentro de un canon de fibra y tableta de chocolate abdominal, cosa curiosa porque como comas mucho chocolate la tableta nunca saldrá.
EL CAPITAL ERÓTICO
Las personas acuden a centros deportivos para poder estar en forma y poder aumentar el capital erótico, para sentirse bien, ser apreciados y denotar a través del cuerpo su status social.
El capital erótico según Catherine Hakim corresponde a que «las personas atractivas destacan: llaman la atención, atraen y predisponen positivamente» continúa diciendo que «las personas dotadas de atractivo físico y social tienen una ventaja, una gracia que les puede ir muy bien en todos los aspectos de la vida y en todas las ocupaciones».
Para conseguir aumentar el capital erótico, las personas se esfuerzan y se dejan el tiempo y el sudor en los centros deportivos. Los gimnasios aparte de ser centros de ocio son también fábricas de capital erótico, “en el capital erótico se aúnan la belleza, el atractivo sexual, la vitalidad, el saber vestirse bien, el encanto, el don de gentes y la competencia sexual” (Hakim:2010) Las personas cultivan el cuerpo para conseguir el “cuerpo diez” que tiene que ser trabajado en los centros de trabajo del cuerpo, aquí denominados gimnasios o fábricas de capital erótico según se vea.
UN DÍA EN LA FÁBRICA DEL CAPITAL ERÓTICO.
Salí despavorido de mi primer día de trabajo en la fábrica de capital erótico, no quería entrar en una fábrica a trabajar el cuerpo para aumentar mi capital erótico, mi objetivo en la fábrica era observar lo que pasaba mientras sudaba la gota gorda.
En estas fábricas no se construye ningún objeto para ser expuesto al mercado industrial y ser devorado por y para el consumo. En estas fábricas lo que se construye es el cuerpo para ser devorado por otros cuerpos. Una vez que el cuerpo es construido, trabajado y transformado dentro de un patrón escultórico marcado por la cultura que rige las normas sobre la corporalidad y la normatividad del cuerpo perfecto, la persona que trabaja en la fábrica del capital erótico va notando como su máquina corporal va adquiriendo la forma para que esta sea valorada, aceptada y querida por los demás.
El ambiente en las fábricas del capital erótico puede resultar extraño. Personas que se ponen unos cascos de música y no hacen más que correr con cara de sufrimiento en una cinta enchufada a la corriente que no para de pitar.
Me recuerda a mi hámster cuando se sube en la ruleta que no para de dar vueltas y más vueltas sin sentido. Con los trabajadores/as de la fábrica del capital erótico pasa algo parecido. Se suben a una cinta o a una máquina y no paran de correr.
El ambiente en la fábrica es muy individual. Casi todas las personas que acuden a la fábrica del capital erótico llevan consigo un aparato electrónico, (móvil, cascos, mp3) para animarse, distraerse o hacerse un selfie mientras trabajan su cuerpo.
Entre los currantes de la fábrica hay muy poca interacción social. Hay quienes son más sociables que otros entablando conversaciones, miradas, risas… Y los hay, de los que una vez ponen el pie en la fábrica se colocan los cascos de música y se adentran en sí mismos con el único objetivo de conseguir el cuerpo perfecto, sin relacionarse con los demás tan solo consigo mismo o a través de la conectividad online.
Los espejos en la fábrica cumplen una función vital. En todas las fábricas de capital erótico (gimnasios) a los que he acudido, los espejos están presentes. Los espejos cumplen la función irreal para el observador de amplitud del espacio. En estas fábricas el espejo sirve fundamentalmente para que las personas visualicen el reflejo de lo que quieren conseguir, su trabajo del cuerpo esculpido, la progresión del mismo y el sentirse bien tras coger 20 kilos con las pesas.
En el espejo puedes ver de manera discreta otros cuerpos ya trabajados que son admirados y copiados con el objetivo de llegar algún día a tener el cuerpo esculpido, los otros cuerpos cultivados sirven como modelos a los principiantes en la fábrica.
Estas fábricas de capital erótico las encuentro bastante frías, por la falta de comunicación entre las personas que acuden para trabajar el cuerpo en ellas. Además son cada vez más las fábricas que incorporan en sus centros elementos electrónicos, como pantallas, monitores virtuales, internet en las máquinas y demás aparatos electrónicos que hacen más individual la práctica del culto al cuerpo dejando cada vez más la relación humana relegada al espacio virtual disminuyendo el contacto y la relación en el espacio offline.
No me gustan las fábricas del capital erótico, de hecho creo que no aguantaré mucho como trabajador de mi cuerpo e intentaré buscar alternativas más sociales y divertidas que ponerme encima de una cita a correr mientras veo el youtube o el monitor virtual.
¡Puedes seguirme en Facebook o Twitter!