Parece increíble de creer, pero han tenido que pasar casi más de 3000 años desde que los fenicios introdujeran la escritura en la Península Ibérica hasta que en la actualidad y en plena era de la comunicación, la escritura y la lectura se convirtiera en la más indeleble forma de comunicar a la gente que en todos estos años de historia.
Y es que la era de la comunicación o información, ha r-evolucionado nuestras vidas con la incorporación de toda la parafernalia de instrumentos tecnológicos, que en un principio se trataba de un teléfono o celular sin cable y con movilidad geográfica ilimitada, imperando la oralidad, para más tarde y paralelamente hacerlo los sistemas de comunicación tipo correo electrónico, messenger instantáneo, facebook, chat, whatsapp; en el caso de España, u otros sistemas de comunicación rápida y gratuita a través del celular.
La cuestión es que hemos pasado de un pasado analfabeto en cuanto a la escritura y lectura se refiere, y que en el caso de España, la última dictadura vivida hizo muy difícil que las mujeres y hombres, en general, pudieran ir al colegio o aprender a escribir y leer; por otra parte cabe resaltar, que interesaba tener una población de analfabetos para que las altas esferas pudieran manejar a los pobres u obreros, entre otros, a su antojo, e incluso los más miserables se vieran obligados a depender de las más altas clases sociales, que quedarían supeditadas a los monjes enclaustrados en los monasterios y dedicados exclusivamente al conocimiento.
Por aquel entonces, el saber leer y escribir era motivo de ser un “don”, y de ahí que se dictaran los panfletos, octavillas, etc., a través de los voceros que recorrían las calles para informar a la población de cualquier hecho que se quisiera que supiera el pueblo. Nada más.
Ya que la “verdad” quedaba siempre en manos de los que sí sabían leer y escribir y podían desafiar a los que verbalmente recitaban los boletines “desinformando” a los pobres miserables que se creían todo.
Dando un salto a toda la historia y situándonos a principios del siglo XXI, todavía era fácil encontrar a gente en el panorama español que no sabía leer ni escribir.
Pues eso de escribir o leer era aburrido y en la mayoría de los oficios de trabajos que se vivía, la comunicación oral era más que suficiente para combinarla con la fuerza física del trabajo.
De manera que en la actualidad y más dependientes de las nuevas tecnologías que nunca, todo el mundo se apunta a comunicarse a través de los típicos mensajes instantáneos de nuestros celulares. E incluso se puede decir que resulta más gratificando escribir durante horas y horas, que utilizar la oralidad a través de una llamada.
Y es hasta ese punto al que hemos llegado, que los mensajes instantáneos “vuelan” incesantemente, escritos por nuestro dedo pulgar, la mayoría de la gente se pasan horas y horas escribiendo, e incluso en los restaurantes, cafeterías, etc., existen una especie de cajones para que los que quieran disfrutar de un buen placer, lo hagan también relajados y sin interrumpir a los comensales a través de reanudar y no cesar la comunicación escrita de los wassap, que ya se ha convertido en un agente socializador y a la vez disocial del que ya le pone el nombre del invitado invisible, porque está y no lo está a la misma vez.
Movido por la adicción de teclear, de leer y participar en una comunicación textual, de la que puede ser más gratificante que hacerlo verbalmente.
E incluso muchas parejas o amigos/as, suelen tener más comunicación por estos mensajes instantáneos de los celulares, que en propia persona física. Y es que hay cosas que no se pueden decir a la cara pero sí con un mensaje, o dos, o tres,… o quizás nunca se pare de escribir hasta que los párpados queden sucumbidos por el cansancio y el sueño nos acompañe en un viaje, con destino final seguro que será la continuidad de más mensajes de textos.
La escritura está más asentada que nunca, se escribe tanto que esto nos facilita practicar la escritura electrónica y la lectura.
Ahora más fácil y más rápido que nunca podemos lanzarnos a escribir más palabras en menos espacio, sin tener que sintetizar el mensaje, sino las palabras: “Hy x ti mñ x mi”, “l k t dg”, “tqm”.
Ya nadie quiere estar fuera de un nuevo sistema de redes sociales donde saber escribir y leer nunca fue tan sencillo y divertido como jamás antes lo había sido. Con faltas de ortografías, o sin ellas, todo el mundo escribe y lee las nuevas formas de comunicación que las tecnologías han implantado en nuestras vidas.
Andrés López, es antropólogo
Reblogueó esto en Antropología para Todosy comentado:
La cuestión es que hemos pasado de un pasado analfabeto en cuanto a la escritura y lectura se refiere, y que en el caso de España, la última dictadura vivida hizo muy difícil que las mujeres y hombres, en general, pudieran ir al colegio o aprender a escribir y leer; por otra parte cabe resaltar, que interesaba tener una población de analfabetos para que las altas esferas pudieran manejar a los pobres u obreros, entre otros, a su antojo, e incluso los más miserables se vieran obligados a depender de las más altas clases sociales, que quedarían supeditadas a los monjes enclaustrados en los monasterios y dedicados exclusivamente al conocimiento.
Muchas gracias Andrés, es un gustazo leer tus escritos. Creo que habrá que estar pendientesn sobre los espacios de comunicación que «invisibilizan» al usuario. ¿Serán una heterotopía al estilo Foucault? O un «no lugar» al de Augé?