Hace diez años ya que decidí escribir lo que pensaba en este blog.
Diez años ya, que fuerte.
El tiempo pasa volando y ahora me planteo una vez más que hacer con mi vida.
Tengo la sensación de que estoy en una crisis constante, tal vez tenga que asimilar que o bien tengo un problema mental no diagnosticado o bien no me adapto al sistema en el que vivo.
También pienso que soy así, que me aburro de las cosas, que necesito una motivación constante o de que tal vez no encuentre mi pasión o no sepa realmente que quiero hacer en con mi vida.
No estoy en un buen momento, bueno, sí que lo estoy, pero no a nivel profesional.
Hace diez años que decidí estudiar antropología por gusto, curiosidad y descubrimiento hacia una mirada que desconocía, una ciencia inexacta que depende de métodos y lenguaje específico para describir el comportamiento humano en su entorno socio cultural.
De aquella visión me queda poco, de aquellos momentos en los que pensaba convertirme en el mejor antropólogo del mundo y fantaseaba con dar conferencias y simposios, escribir grandes etnografías y ser reconocido en el mundo, no queda nada.
Ni el más recóndito pensamiento de querer ser antropólogo o de dedicar mi vida en ello.
Y sí, me siento fracasado, tal vez no sea tarde, pero me quedo sin energía, es como que mi mente y cuerpo han dicho “YA BASTA”.
Resumen
Diez años de la primera publicación en mi blog.
Allá por el 2014 me dio por estudiar antropología y como soy una persona que cuando me da por algo lo exprimo al máximo decidí escribir el blog de El Antropólogo Principiante.
Ahora a esto lo llaman altas capacidades o toc.
Debería de cambiar el blog por el de El Antropólogo Frustrado o por el de El Antropólogo que nunca terminará el grado universitario y dejó abandonado su blog.
He aquí un guiño a todas esas personas que comienzan un grado y nunca lo terminan, no pasa nada, todo está bien, lo importante es sentirte bien contigo misme e intentar ser feliz en tu día a día.
Tal vez, en un futuro retomes el grado universitario y vuelvas con más ganas que nunca, o tal vez, has encontrado tu camino haciendo retiros espirituales o trabajando de administrativo en una multinacional.
Tener un grado universitario no te define como persona.
El blog que ahora estás leyendo nació con mucha ilusión. Ojalá tuviera ahora mismo la misma ilusión para continuarlo. Estuve unos tres años de mi vida dedicado al blog y a mis estudios universitarios mientras trabajaba.
En aquellos tres años recuerdo que mi vida giraba en torno a la antropología, al blog donde iba compartiendo mi experiencia como estudiante y descubriendo la ciencia antropológica mientras tenía un trabajo en el que pasaba ocho horas de mi vida, que no me llenaba, solo me aportaba un salario para vivir y pagar mis lujos.
Fueron años muy gratificantes en los que soñaba con dejar mi trabajo para dedicarme a la antropología, luego me topé con la realidad, de que sería un camino largo y de que no disponía del conocimiento necesario ni del tiempo para llevar a cabo aquel ritmo.
Nunca termino lo que empiezo y nunca empiezo lo que termino
Acabé dejando mi trabajo fijo, los estudios de antropología y el blog, para explorar otro camino.
Descubrí un nuevo camino, me dediqué con pasión a ello, me reportó beneficios sociales y económicos y acabé dejándolo para explorar otro camino.
Descubrí una nueva profesión, me dediqué con pasión a ello, me reportó más beneficios económicos que sociales y terminé aburriéndome de nuevo.
En diez años, llevo tres, cuatro trabajos que he terminado dejándolos porque me han motivado al principio, pero una vez he aprendido me he aburrido y he terminado dejándolo.
Ahora vivo con poco dinero, me siento como una persona que se ha jubilado, con mucho tiempo para mí y con pocas ganas de volver al mundo laboral.
Si no hubiera abandonado mis estudios de antropología y el blog de El Antropólogo Principiante ahora tal vez sería un influencier de la antropología, pero me di cuenta que todo esto me esclavizaba.
La esclavitud del siglo XXI
Hace diez años no pasábamos tanto tiempo pegados a la pantalla, la conexión a internet era como un pasatiempo pasajero al que accedíamos para buscar información o chafardear un poco en redes sociales.
Después de diez años nos hemos vuelto adictos a las pantallas, cada vez nos miramos menos a la cara y el individualismo social se acrecienta en la vida real, surgen problemas de sociabilidad y vamos perdiendo capacidades para relacionarnos entre nosotres mismes.
Nos hicieron creer que esto de internet sería una ventaja, y lo es para muchas personas, pero se dejaron en el camino las repercusiones que esto supondría. Las nuevas generaciones me asustan un poco, porque a fin de cuentas yo crecí sin internet y sin pantalla y tuve que adaptarme.
Las nuevas generaciones ya nacen con un dispositivo bajo el brazo y la IA amenaza a la existencia humana como han dictaminado algunos científicos si no se le pone freno y se legisla como es debido.
Dejé el blog porque me sentía esclavizado por un algoritmo (varios algoritmos) que decidieron que tenía que pagar para que mis contenidos se leyeran. El internet de la libre información se convirtió en el internet de la información para los que tienen el poder económico y político.
Si hubiera seguido para convertirme en un influencer de la antropología me hubiera convertido en un esclavo, hubiera contribuido a un sistema de red en el que tu vendes tus datos a cambio de información y yo vendo mi tiempo y dinero a cambio de que… ¿De reconocimiento? ¿De unos míseros likes? ¿De enaltecer mi ego antropológico?
Va a ser que no, por eso abandoné. Una cuestión ética para mejorar mi salud mental.
Tal vez, tendría que haber sabido economizar mi blog, de hecho, me lo planteé, cobrar por leer mis contenidos, recibir una compensación económica a cambio de seguir escribiendo y aportando contenidos de valor para futuras antropólogas.
Pero no lo hice, no tengo educación financiera, no me han enseñado a cobrar, solo sé obedecer y trabajar.
El internet gratis, el internet de la libre información se acabó hace mucho tiempo.
Ahora todo va muy rápido, nadie lee blogs, eso me permite escribir lo que quiera porque sé que muy poca gente lo leerá, te da libertad a la hora de expresarte y no tener una audiencia que critique lo que haces.
Me hubiera vuelto un esclavo de una audiencia basada en medidas algorítmicas, personas que están detrás de la pantalla esperando más y más contenidos para seguir infotixicandose sin detenerse un momento a pensar y levantar la mirada de la pantalla para ver que tienen a su alrededor.
Una herramienta súper poderosa que nos entretiene de las cosas importantes, nos desvía la mirada y nos hace ser un número más en un mar inmenso de datos que se analizan a través de conexiones y métricas absurdas que no hacen más que empeorar las relaciones sociales.
¿Tengo algo que celebrar en mi décimo aniversario?
Hace diez años que decidí escribir mi blog, pero no tengo nada que celebrar en mi décimo aniversario.
Hace diez años las redes sociales empezaban a tener su boom, unos años en los que cuando publicabas algo interesante se virilizaba enseguida y tenías un alcance de la hostia. Alcance me refiero a que lo que publicabas llegaba a muchísima gente.
Recuerdo aquellos años en los que publicaba algo en Facebook y era compartido por miles de personas, pero cuando el grupo META entró en bolsa, aquellas miles de personas que leían mis contenidos no llegaban ni a cientos, si quería lo de antes, tenía que pagar.
Un sistema de control que no tiene límites y que va cada vez a más.
Ahora da igual que tengas un gran talento para contar e informar por internet, ahora la mayoría de información que encuentras o bien es pagada o bien es prostituida por unos algoritmos que hacen que te enganches a nuevos contenidos.
Somos esclavos, tanto los que crean como los que consumen contenidos. Todo se ha vuelto más superficial, ya no nos impresionamos con nada, lo que antes no veíamos, ahora lo podemos ver a un solo clic o unas palabras tecleadas en el buscador.
El internet es hablar de muchas cosas a la vez, pero esta conexión constante e infinita es una herramienta perfecta que puede ser de doble filo tanto para lo bueno como para lo malo. Es en el uso que le demos las personas y en cómo se nos eduquen en lo que se convertirá o transformará el nuevo futuro de la humanidad.
¡Feliz décimo aniversario!
Voy a intentarlo…
Y he aquí, yo ante la pantalla y a punto de publicar este artículo del décimo aniversario de mi blog.
Me siento triste por no continuar lo que empiezo.
Así que voy a intentar retomar por cuarta vez este blog, darle vidilla y no sé que más, pero no creo que dure mucho tiempo más.
Si te ha gustado leerme de nuevo me gustaría saber tu opinión, bueno, me gustaría saber si alguien me sigue leyendo o siente que le resuenan estas palabras.