El título de Antropólogo violado tal vez sea una exageración, porque realmente no me sentí un antropólogo violado, pero si violentado. En este artículo te cuento como reaccionar cuando te sientes incómoda con un informante mientras haces trabajo de campo.
Tal vez este título sea una exageración, pero tal vez hay situaciones cuando uno hace trabajo de campo que requieren de cierta precaución o vigilancia hacia los sujetos con los que estamos recabando información sobre la interacción social en el campo de estudio.
Uno de los intereses que me atraen como campo de estudio es la antropología del género y de la sexualidad.
Muchos antropólogos no hablaron de las relaciones sexuales, ya que estudiar el sexo, la sexualidad o las prácticas sexuales era censurado y pocos se atrevían a hablar de este tema. Margaret Mead o Malinowski se lanzaron a la cuestión sexual en los sujetos de estudio abriendo paso a las políticas censuristas que acallaban cualquier mención sobre temas tan escandalosos de la época.
Resumen
MI PRIMER ACERCAMIENTO AL CAMPO, ¿UN ANTROPÓLOGO VIOLADO?
Mi primer acercamiento como antropólogo principiante para estudiar una comunidad, fue hacia hombres que practican sexo con otros hombres en el espacio público, conocido como “cruising”.
Tras una primera aproximación al campo de estudio hace dos años y tras comprobar que un antropólogo ya había realizado una tesina sobre este mismo tema y publicado un libro años después titulado “En tu árbol o en el mío” (Langarita 2015), me propuse hacer un segundo acercamiento al campo (zonas de cruising), para descubrir y comparar mis ideas con las de Langarita, que marcó mi orientación teórica en el campo dando como resultado un texto que espero que sea de tu interés que puedes encontrar en este blog.
UNA INSINUACIÓN SEXUAL EN EL TRABAJO DE CAMPO
Era un día caluroso de verano.
Algunas playas en Barcelona son frecuentadas por hombres que buscan sexo con otros hombres.
Me dirigí a una de ellas con el objetivo de observar lo que ocurría en este espacio, la interacción que se produce, así como los rituales de acercamiento para consumar la práctica sexual.
Pero no me atañe en este texto explicar dichos rituales sino lo que me ocurrió con un informante.
Un hombre se me acercó insinuándose para tener sexo conmigo.
Me di cuenta que al entrar en el campo, me convertía en un cuerpo de deseo para los hombres que frecuentaban el lugar. Yo siendo hombre, mi cuerpo era sexualizado dentro del espacio de la práctica del cruising.
En mis primeras palabras con este hombre, le dije amablemente que no estaba buscando sexo, que estaba observando lo que ocurría en aquel lugar, que era estudiante de antropología y me interesaba recabar información para en un futuro, si continuaba haciendo trabajo de campo en estos espacios hacer algún trabajo sobre el tema.
El hombre cambió su actitud y estuvimos hablando durante dos horas y media.
Me contó todo lo que había vivido tras treinta años practicando cruising.
Os podéis imaginar que dos horas hablando dan para mucho.
Yo le iba realizando algunas preguntas que me parecían de interés.
No era una entrevista, era una conversación.
Luego pensé que para la próxima, si seguía haciendo trabajo de campo sobre este tema, sería interesante hacer un guía de preguntas e incluso grabar las conversaciones, con la famosa grabadora que acompaña a la antropóloga en sus trabajos de campo.
Una vez finalizada la conversación el hombre se abalanzó sobre mí.
EL ANTROPÓLOGO, ¿VIOLADO O VIOLENTADO?
Aquel hombre amable y de buenas palabras, de buenas a primeras empezó a magrearme, a invadir mi espacio íntimo y me sentí violentado, no vamos a decir violado porqué tampoco fue para tanto.
Le aparté un poco brusco por la situación incómoda que me producía este acto.
Yo no era partícipe en los rituales de interacción, yo sólo observaba lo que ocurría allí.
El hombre insistió, pero tras decirle que habíamos tenido una conversación agradable y que yo no estaba allí para mantener relaciones sexuales me invitó a un zumo de naranja que había comprado en el mercadona y así solucionamos el malentendido que se produjo en aquella tarde de verano.
¿HUBIERA SIDO ÉTICO MANTENER RELACIONES SEXUALES CON UN INFORMANTE?
Las cuestiones éticas en el trabajo de campo saltaron con luz roja.
- ¿Qué hacer ante situaciones en las que el antropólogo no quiere participar en las relaciones que se dan en un campo determinado?
- ¿Es obligatorio que la antropóloga sea partícipe con los informantes y se meta de lleno en las relaciones que se dan en el campo de estudio?
- ¿Cómo afrontar situaciones que incomodan al antropólogo en el campo?
A la noche envíe un mensaje a una antropóloga que quiero mogollón para comentarle lo que me había sucedido.
Me calmé cuando me dijo que ella misma, una vez salió vomitando en uno de sus trabajos de campo.
Es dura la antropología y más dependiendo de lo que quieres observar. ¿Tenemos siempre que hacer observación participante?
Cito a Jose Antonio Langarita Adiego cuando dice en el libro arriba mencionado que;
“Tampoco es lo mismo que sea un maricón quien investiga a otros maricones, que un heterosexual en este escenario”
No sé si es lo mismo o no, pero tal vez un heterosexual pueda aportar otro enfoque hacia este campo de acción o ¿acaso un antropólogo heterosexual no puede estudiar este tipo de relaciones?
Tal vez a una antropóloga le costaría un poco más, por ser mujer.
Las mujeres pocas veces se ven en espacios donde se practica cruising y cuando aparecen van acompañadas por sus amigos que buscan sexo o pasar un rato divertido.
Son las “marilendres” término usado en algunas personas para referirse a la amiga del hombre homosexual que lo acompaña hasta para follar.
Lo que me cuestiono aquí es, si es necesario como antropólogo participar en el campo teniendo sexo con los hombres con los que hablaré después o realizaré una entrevista.
“El investigador puede convertirse en «nativo» cuando el tema de investigación está relacionado con cuestiones de sexualidades excluidas, lo que le permite acercarse mejor a la mirada del objeto de estudio” (Langarita 2015)
Por lo tanto, si no participo en las relaciones sexuales con los hombres que acuden a los espacios donde se practica cruising, al parecer, me quedaré corto en el trabajo de campo.
¿Es necesario mantener dichas relaciones sexuales para acercarme mejor al objeto de estudio?
Pienso que no, y no comparto este enfoque de Langarita.
Descubrí que no todo es el contacto sexual en estos espacio y que se dan multitud de relaciones no sexuales que requieren de la mirada del antropólogo para ser descritas.
No sólo es sexo lo que he percibido allí, hay mucho más, pero claro, si somos participes en los rituales de interacción sexual, tal vez el placer nos deje llevar por otras lindes de conocimiento que se escapan al holismo antropológico.
Obviamente no me sentí un antropólogo violado pero sí un poco violentado.
Una regla exacta quería decir, dependerá de cada caso.
Muy interesante tu post. La verdad es que no sabrás realmente la respuesta a si es necesario realmente participar hasta que no hayas participado. Cómo se siente quien participa lo sabe mejor que nadie quien participa. Ello no quiere decir que no se puedan sacar muy buenas ideas del tema siendo simple observador. A mi me has dado en qué pensar y siempre se agradece.
Un saludo
Gracias por el comentario, también me das que pensar. Y supongo que no habrá una regla que se aplique