Las antropologías en el mundo desafían todo tipo de fronteras.

ANTROPOLOGÍAS EN EL MUNDO

Antropologías en el mundo es un texto escrito por Daniel Daza sobre una antropología descentrada que multiplica las preguntas y se vuelve plural. Las antropologías en el mundo desafían todo tipo de fronteras.

Una antropología descentrada multiplica las preguntas y se vuelve plural

Y en este momento, desde la puerta del bar, podrían aparecer Grimson, Merenson y Noel (Grimson, Merenson, Noel, 2011:13), para agregar que el aspecto más importante de este “decir” antropológico es su intento constante de escapar a un etnocentrismo, que si bien es una categoría construida por la antropología, resulta ser constitutivo de nuestra condición humana[1].

Para ellos el etnocentrismo condensa múltiples imposibilidades de descentramiento como una “incapacidad para abordar seriamente la perspectiva del otro”.

El prefijo “etno”, dicen, no necesariamente es sinónimo de étnico, sino más bien es una metáfora de todas las diferencias, contrastes y discrepancias existentes entre las personas.

Por su parte el “centrismo” habla de una mirada hecha desde arriba, con distancia, tomando como universales los valores, pensamientos y prácticas de la sociedad a la que se pertenece.

Lo diferente, las personas, costumbres, creencias o lugares aparecen lejanos, inferiores, raros o simplemente irracionales.

Así como lo étnico es complejizado, el centrismo también es definido en plural incluyendo todo tipo de centramientos, tanto sociales, nacionales, temporales, etc.

Ya me parece ver a Julio sorprendido, lleno de preguntas, mirando de reojo a otro parroquiano que arrima, con aire provocativo, su silla a la mesa: es Bruno Latour y sin demasiadas presentaciones dispara:

– Creo que están olvidando que la antropología se cuida de estudiar solo a las culturas, no se mete con la naturaleza, se las deja para las ciencias y la técnica. Yo opino que así permanece asimétrica, centrada y es necesario que se vuelva simétrica, comparativa, que trate en los mismos términos tanto el error como la falsedad; que no solo se ocupe de la cultura, sino también de la naturaleza; que supere esa gran división entre nosotros/ellos, occidente/resto del mundo, modernos/pre-modernos (Bruno Latour, 2007:152).

Latour parece llevar al extremo nuestros pensamientos planteando que la característica de contextualización que señalábamos antes es precisamente el factor que de acuerdo a los sociólogos del conocimiento, dejaría a la antropología fuera de las ciencias “verdaderas”, pues la contaminaría y la haría poco fiable.

Situación que no le preocupa pues este estatus de verdad es característico de los planteamientos modernos y justamente la antropología debería correrse de los mismos para lograr convertirse en una disciplina simétrica.

Las antropologías en el mundo desafían todo tipo de fronteras

A estas alturas, nuestro imaginario bar se ha poblado de parroquianos que piden café, medias lunas y no falta quién se anota con un vinito de la casa, como para soltar la lengua.

Tal vez, entre estos últimos estarían Eduardo y Arturo (Escobar, Restrepo, 2004) que desde la barra, concentran las miradas de todos diciendo que para ellos la antropología es una forma de conocimiento experto que implica una serie de prácticas institucionalizadas marcadas por las máquinas normalizantes[2] de las antropologías hegemónicas (asimétricas y centradas).

Serían estas máquinas, a fuerza de cambios y disputas varias, las que establecerían lo que es la antropología y quién es un antropólogo, las formas de trabajar, investigar, escribir y publicar.

Por eso es necesario darle poder a las que él llama “antropologías en el mundo”, lo que implicaría hacer posibles otras antropologías y a las que ya se conocen hacerlas de otra manera.

Escobar y Restrepo hablan de pluralizar, descentrar e historizar lo que usualmente aparece como antropología singular y no problemática.

Plantean transformar las condiciones inequitativas de posibilidad de producción/circulación del pensamiento antropológico en su conjunto. (Escobar, Restrepo, 2004:128)

De alguna manera estas ideas nos llevan a retomar la pregunta de Julio sobre la posibilidad de que la antropología hable de un show televisivo y desarmar lo que pensamos que es la antropología.

El descentramiento y la pluralización implican incorporar otros discursos no académicos, como los que los  actores-red tienen sobre la situación, así cómo  los conocimientos de otras disciplinas científicas.

¿Qué opinan Julio y Lila del show, de la antropología y de los antropólogos?, parecen decirnos Eduardo y Arturo: Comencemos por ahí.

Descolonicemos lo experto, reconociendo las preguntas de los novatos, sus modos de construcción y pensamiento.

Hay que quitar la división del trabajo intelectual, ir más allá de las restricciones de la disciplina y la academia.

Refundar la antropología saliendo del enfrentamiento con las Antropologías Hegemónicas y revisando las definiciones de lo que es la antropología y el antropólogo.

Al decir esto, Escobar y Restrepo intentan romper ataduras, refundar la antropología y decir que ella no es solamente académica sino que tiene una multiplicidad de locaciones discursivas (Escobar, Restrepo, 2004:127)

Contenta con la charla, con la situación,  Mary Pratt podría agregar que “Yo anhelo una antropología igual de extrovertida, igual de ambiciosa y de arriesgada, que también salte el cerco y salga de ese paréntesis al que la ha relegado el esquema de saberes moderno y liberal” (Mary Louise Pratt, 2011).

Retomando la pregunta inicial de este trabajo, digamos que para evitar un etnocentrismo categorial, conviene aclarar como nombramos a la disciplina.

Así lo hacen Restrepo y Escobar en su artículo, adjetivando a las antropologías como hegemónicas, subalternas o subalternizadas.

Incluso planteando una definición de antropología en el mundo que la sacaría del campo de las disciplinas sociales y la ubicaría en otro lugar como un discurso en diálogo o construcción con otro tipo de saberes no académicos.

En este sentido Alejandro Grimson y sus colegas reflexionan en su artículo sobre el poder de la nominación como una de las formas más arraigadas y ocultas que marca la imposibilidad de descentrarse.

Para ellos nombrar es luchar, definirse y definir al otro, darle y darnos un límite, (Grimson, Merenson, Noel, 2011:15) Bruno Latour hace lo propio definiendo a la antropología, en un juego de adjetivaciones que apunta a desenmascarar o desarmar la definición moderna de esta disciplina como científica, social y cultural (Latour Bruno, 2007).

Pratt y Abu-Ludhog plantean también sus preferencias por las definiciones de antropología.

Pratt parece invitarnos a revisar si nuestra definición no sufre de algún uso “monopólico de las categorías”, mientras que Abu-Ludhog nos insta a incluir en la definición a una antropología que aborda un objeto (la televisión) muchas veces ninguneado por los antropólogos.

Retomando la escena del bar con mis amigos, podríamos decir que una buena síntesis de lo conversado sería pensar que ya sea que hablemos de Antropología (con mayúscula y en singular), de las antropologías (con minúscula y en plural) o bien de sus variadas adjetivaciones (hegemónica, poscolonial, clásica, contemporánea, posmoderna, etc.), lo importante es entender que en todos los casos se parte de una definición particular, a la que es necesario contextualizar e historizar.

[1]              Cabría preguntarse aquí que se entiende por “condición humana” y tal vez por la misma definición de lo humano. En una primera impresión, surge la preocupación por algún tipo de centramiento esencialista que pudiera operar en esta afirmación.

[2]              Formaciones discursivas y prácticas institucionales asociaciadas con la normalización de la antropología bajo modalidades académicas  principalmente en EE.UU., Gran Bretaña y Francia. (Escobar, Restrepo, 2004: 124)

Este texto ha sido escrito por Daniel Daza

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