Como sabéis me hago llamar El Antropólogo Principiante pero también soy un antropólogo anónimo.
Ay no!!!
Que aún no me he sacado el título y no puedo decir que soy antropólogo…
Con esto del confinamiento y de la crisis pandémica sanitaria que estamos viviendo me ha dado por retomar el blog.
No sé cuánto me durará esta neura de volver a escribir, pero me hace sentir un poco mejor, como que puedo ayudar a alguien con lo que voy escribiendo aunque sea leyendo algo ameno o divertido…
Eso sí, desde el principio he querido guardar mi anonimato.
Resumen
SER UN ANTROPÓLOGO ANÓNIMO
Me gusta ser un antropólogo anónimo porque me encanta y me da miedo también.
Me da miedo la exposición a la que vivimos hoy en día con nuestra información, soy un maldito celoso de mis datos.
Cada vez que me piden algún dato en alguna tienda, registro o administración doy mis datos erróneamente.
Me encanta mi privacidad y no quiero que mis datos personales los manejen las grandes empresas cibernéticas o administraciones.
Es más, en mi último contrato de trabajo está el apellido erróneo, ¿crees que alguien se ha preocupado por cambiarlo o saber si es real?
Nadie. Ni yo mismo.
Un amigo me decía el otro día que tenía que cambiar mi apellido para temas de la maldita burocracia, pero lo importante en este caso es que mi D.N.I esté correcto, lo que cuenta es el número no la letra, porque como sabes para el gobierno somos un número, una estadística.
Tenemos que ser conscientes de los datos que damos porque en esta era de la información son los datos la nueva moneda de pago, el intercambio para que puedas usar ciertos servicios.
Deja de pensar que tus datos son gratis, porque con ellos se comercializa y se hace negocio de ello, hay mucha gente que gana mucha pasta con tus datos y esto solo es el comienzo de la capitalización tecnológica.
Y te preguntarás. ¿Por qué me cuenta esta milonga de los datos?
Pues porque quiero seguir siendo un antropólogo anónimo…
(Ahora me volveré como en la película anonymus)
EL ANTROPÓLOGO ANÓNIMO Y LA NEGATIVA A LOS DATOS
El otro día me hizo gracia y me creó curiosidad un comentario que decía:
“Hola disculpa que pida el dato, pero es que me ha fascinado vuestro blog, y lo he utilizado un montón para la escuela, pero siempre me falta algunos datos por ahí en la referencia APA y seria genial si pudieras proporcionar un nombre y apellidos o un seudonimito con el que podamos marcarte como referencia y pues ya esta es todo ¡millón de gracias! y ojala pudieras echar la mano”
Este comentario me creó curiosidad, para empezar, por que jamás pensaría que me nombrarán en una escuela o que me cogieran de referencia.
¿Hola?
¿Yo? ¿Un antropólogo anónimo que escribe lo que se le pasa por la cabeza?
Algo estaré haciendo bien – pienso al recibir estos comentarios.
Por otra parte no quiero que aparezcan mi nombre y apellido en una referencia porque no soy antropólogo, soy un tipo que escribe y le dan paranoias con esto de la antropología.
Por otra parte pienso que para muchos antropólogos yo seré un “bocachanclas antropológico” por escribir lo que pienso sin tener ni puta idea de antropología.
Sí, lo reconozco, no me avergüenzo, a día de hoy sé de antropología igual que de los agujeros negros del espacio, muy poquito y sé que si algún día quiero retomar los estudios tendré que ponerme las pilas de nuevo.
Si no lo sabes, los agujeros negros son unos grandes desconocidos estelares y se piensa que puede haber un viaje en el tiempo y en el espacio en ellos, pero son todo teorías.
¿POR QUÉ SEGUIR SIENDO UN ANTROPÓLOGO ANÓNIMO?
Con esto de retomar el blog, ha habido gente que me ha escrito dándome ánimos para la vuelta al ruedo, muchísimas gracias porque vosotras sois las que mantenéis esto vivo.
En uno de estos contactos un antropólogo me solicitó una entrevista en vídeo y en directo.
Joder, es un placer que alguien quiera hacerte una entrevista porque piensa que eres un referente para muchos estudiante de antropología.
Pero…
¿Qué te voy a contar en una entrevista en vídeo?
Me dan pánico las cámaras así que imagínate en un directo ante miles de personas, creo que me quedaría en blanco, no soy comunicador oral, me expreso mejor escribiendo pero en directo me quedo bloqueado.
Soy el típico tío que en una reunión de amigos está callado, observando, sin intervenir mucho en la conversación…
Tal vez debería de apuntarme a algún curso de oralidad.
El caso es que agradezco de todo corazón las propuestas, de verdad, de corazón lo digo, pero de momento prefiero seguir así, escribiendo de vez en cuando y siendo un antropólogo anónimo.
¿HASTA CUANDO SEGUIRÉ ESTANDO EN EL ANONIMATO?
Pues yo que sé, supongo que algo que me atrae de mi anonimato también atrae a mis lectoras.
Es mi identidad creada en el ciber espacio y gracias al anonimato puedo escribir, como desde más adentro, conectando contigo y conmigo mismo.
A día de hoy he logrado que mi nombre real no aparezca en google ni en ningún otro buscador, y me gustaría seguir así.
También te digo que tengo otras redes sociales en las que sí que subo fotos y estas cosas, pero son las que menos.
Mi identidad de antropólogo anónimo es algo que me conecta conmigo mismo y es por eso que uso avatares para mostrarte más o menos como soy.
Algún día supongo que me liaré la manta a la cabeza y puede que muestre mi identidad real.
En algunas fotos que acompañan a estos artículos son mías, reales, de mi cara, pero eso es un secreto que te acabo de desvelar jeje.
¿QUIÉN SABE QUE ESCRIBO EN ESTE BLOG?
Muy poquita gente sabe quién está detrás de este blog, no sé, puede ser que ahora me salgan detractores en busca de mi información real, espero que no, tampoco pasaría nada.
El caso es que este blog lo empecé a escribir en el anonimato y me molaría seguir así, por lo que pido disculpas y respeto.
No voy diciendo por ahí que escribo sobre antropología en un blog, porque si no lo sabes, hace ya mucho tiempo que desconecté, me tomé un respiro con la antropología y el blog.
Tengo muchas cosas que ocultar, como casi todo el mundo, nada grave, sí mi intimidad.
Es difícil ser totalmente transparente en el medio digital cuando no sabes realmente ni quien te está leyendo.
Es por eso que manteniendo el anonimato me da cierta libertad para escribir lo que pienso y pienso, que si mostrase mi identidad no cibernética, no sería el mismo ni escribiría igual, estaría condicionado…
Pues ya está, que me ha dado otra paranoia y me apetecía contarla.
Un abrazote y gracias por estar ahí, detrás de la pantalla, que espero que con mis palabras se vuelva más cálida.
¡Welcome to Bkack Mirror!
Gracias por seguir ahí, Antropólogo de las Pandemias 😉
Gracias a ti
Conoces la peli «Elling»? Me ha recordado
No la conozco, la miraré!!!