Los Negacionistas

NEGACIONISTAS

Los negacionistas, nacidos en la época COVID-19

Convivo con negacionistas y la verdad es que se hace difícil entender porque no usan mascarilla, porque les da igual guardar las distancias de seguridad o porque piensan que esto del COVID-19 es una farsa de los gobiernos y multinacionales que nos quieren paralizar, meter miedo o incluso que gente muera a cambio de beneficios de los más poderosos.

No los entiendo y tengo que convivir con ellos, intento escuchar su discurso, pero al llevar yo puesta la mascarilla ya me consideran como si fuera un enemigo que hace caso a las medidas absurdas que imponen los gobiernos.

Resumen

LOS NEGACIONISTAS, ¿UN MOVIMIENTO CON FUERZA?

 Los negacionistas comparten una idea común, varias ideas en común.

Algunas de ellas es el no usar la mascarilla porque produce más daño que beneficio, cuando las autoridades sanitarias dicen que la mascarilla ayuda a que no se propaguen los contagios.

También piensan, algunos de ellos, que esto del COVID es un virus creado por gobiernos o multinacionales que tienen el poder en el mundo.

La rabia, el descontento y las obligaciones impuestas, lleva a los negacionistas a salir a la calle a manifestarse y luchar por su verdad, una verdad que contrasta mucho contra las evidencias científicas que actualmente rigen hoy la humanidad por todo el planeta.

Una evidencia científica que es avalada por los gobiernos y sin olvidarnos de una industria farmacéutica que está detrás trabajando a destajo y compitiendo por ver quien se lleva el palmarés a la mejor vacuna.

¿Quién soy yo para decirle a un negacionista que no se ponga la mascarilla?

LA EVIDENCIA CIENTIFICA CON LA COVID-19

Lo que está claro es que este dichoso virus nos ha pillado a todo de imprevisto.

De buenas a primeras la humanidad queda paralizada, en shock, mientras científicos intentan averiguar los orígenes de este virus.

Científicos trabajan a destajo para conocer este virus, su comportamiento, forma de contagio, expansión, etc…

Y como en toda ciencia siempre hay opiniones científicas.

Científicos que dicen que la mascarilla no vale para nada y otros que dicen que sí, o ponen en duda de si la mascarilla es uno de los elementos imprescindibles para frenar la pandemia.

En este tiempo se han ido haciendo descubrimientos sobre el virus, ensayos clínicos e hipótesis que chocan unas con otras.

La evidencia científica queda desamparada ante descubrimientos que se van haciendo en el tiempo conforme se va conociendo más este virus, pero existe un consenso científico que dice que medidas son más efectivas para frenar la pandemia.

¿Entonces porque los negacionistas se niegan a tomar esas medidas?

¿LA ÉTICA EN NUESTRA SOCIEDAD?

Creo que se plantea un debate ético y social en el que tenemos que poner en valor la libertad individual de cada uno como seres pertenecientes a una sociedad democrática y la protección colectiva en el que ayudamos a frenar entre todas este virus.

Si yo fuera negacionista pensaría que los gobiernos me engañan, que todo esto es una farsa de multinacionales que intentan aprovecharse de esta situación, que el virus se propaga por otras vías, que lo han metido en residencias de ancianos aposta, que es un virus creado para matar solo a algunos o que incluso este virus no existe.

Como no soy negacionista pienso que los gobiernos no me mienten, que las multinacionales no tienen nada que ver y que es un virus que afecta a todos por igual y por ello mantengo distancias, uso mascarilla y me lavo las manos constantemente.

Es curioso que en una sociedad democrática como la nuestra, para solventar un problema que afecta al conjunto de la sociedad se la trate como un colectivo unido y social que tienen que luchar juntos para frenar la pandemia cuando jamás han pensado en una sociedad colectiva sino que nos han educado en una sociedad individualista en lo que prima es la libertad individual, de pensamiento y de acción de cada individuo, y es aquí cuando si pretendes que un individuo se organice colectivamente para conseguir un propósito veas que este falla y tengas que volver a fase 2, 1  o 0

¿En serio pensamos en la sociedad como colectivo que se unirá en la lucha de una causa común?

A la vista está que no y ha quedado demostrado que una sociedad democrática la componen individuos que solo miran por su bien sin importar lo que ocurra alrededor.

LA COHESIÓN SOCIAL

Recuerdo que cuando empezó la pandemia allá por Marzo, en España se empezó el confinamiento.

Hubo un ritual cultural en el que el grueso de la sociedad salía a aplaudir a los balcones, este ritual de balcón se expandió por otros países de Europa, siendo su origen en Italia primer país europeo en confinarse.

A las ocho de la tarde, todos los días, millones de balcones eran ocupados por personas que salían a aplaudir. Ese momento de cohesión social hacía que la sociedad brillase en su conjunto por una lucha común.

Un ritual que seguro que muchas antropólogas pusieron foco en él porque era digno de estudio.

El caso es que ese grueso social como conjunto pareciera que estuviera unido, o al menos durante el confinamiento daba esa sensación.

LA DIVERGENCIA SOCIAL

Pronto esa cohesión social e ilusoria que luchaba junta para frenar un mal común se fue a la mierda por las necesidades individualistas de cada uno.

En cuanto se empezó a salir del confinamiento hasta llegar a la “Nueva Normalidad” las necesidades individualistas de cada uno afloraron.

Ya nos olvidamos de la lucha común y nos centramos en lo que nos hace falta como individuos, sobrevivir, aunque sea pisando al otro, mis necesidades van antes que las tuyas, no voy  a hacer nada por ti, solo voy a mirar por mí.

Se acabó la cohesión social y nacen nuevos movimientos como los negacionistas.

Los negacionistas se han expandido por varios países de Europa y resto del mundo, con líderes potenciales que abogan por restar valor al problema del virus y primar la economía antes que la salud.

La humanidad, vaya palabra tan absurda e irreal.

Leí una vez, que los humanos se considerarían como humanidad al conjunto cuando tuvieran una especie superior a la que hacer frente para sobrevivir.

Imagina que vinieran unos extraterrestres del planeta nibirus y que bombardearan el planeta, pues según aquel artículo  los humanos nos uniríamos en conjunto para la supervivencia de la especie.

Perdón que se me va la olla.

¿SON LOS NEGACIONISTAS ANTISISTEMA?

A mí lo primero que me llama la atención es el nombre que se les ha puesto a este movimiento de personas que en base a su propia evidencia científica y cultural no comparten ciertos criterios de otros científicos.

Automáticamente si te das cuenta, ante un movimiento  que va en contra de las ordenes generales del Estado con ideas diferentes que surgen nombres como Negacionistas o Antisistema que no son más que personas que piensan de forma diferente ante las obligaciones impuestas por el Estado.

En mi sociedad estamos acostumbrados a vivir como borregos, nacemos, trabajamos y obedecemos creándonos una ilusión de que algún día aspiraremos y tendremos las mismas oportunidades de éxito que el más adinerado del lugar.

En el momento que piensas, debates o vas en contra de las leyes impuestas te tachan de algo diferente, ya seas negacionista, antisistema o cualquier otra identidad que refuerce la identidad de unos con los otros.

Al final todo esto se basa en un sistema de creencias que crean perfiles de identidad, ideales y conexión de individuos.

O creo en lo que me dice la OMS o creo en lo que me dicen los negacionistas, ambos con sólidas investigaciones científicas que chocan unas con otras.

En mi caso no creo en ninguno de los dos, eso sí, mi base lógica, (que es poquita), me lleva más al uso de la mascarilla, distancias de seguridad y lavado de manos.

CONVIVO CON NEGACIONISTAS Y CON MIEDO DE SER CONTAGIADO.

Lo reconozco, no soy capaz de rebatir a los negacionistas el por qué yo si guardo las medidas de seguridad siempre que puedo,  cuando he intentado hablar con alguno de ellos, surge una rabia, un recelo interior que parecen estar enfadados con el mundo y dejan de escuchar para solo dar su discurso.

No me queda otra de compartir un espacio con negacionistas y no tengo el valor de decirles lo que pienso porque me dan miedo. El discurso de muchos de ellos es muy radical y a veces incoherente.

A día de hoy estoy haciendo una formación, entro en un aula, cerrada, en un grupo de unas 14 personas,  en la que solo yo llevo puesta la mascarilla.

La distancia de seguridad no se puede cumplir porque el aula no es muy grande y tenemos que compartir espacio.

Una vez más soy el raro, porque soy el único que va en contra de un grupo de negacionistas, mi acto para ir a la contra consiste en llevar la mascarilla en el aula 6 horas al día.

Vivo con el miedo de ser contagiado, un miedo que es alimentado por los medios de comunicación y gobiernos que no hacen más que alarmar para que no nos relajemos.

Mi relación con los negacionistas se basa en el respeto. Aunque de las 14 personas tan solo habrá 6 que sean realmente negacionistas, el resto se deja llevar por el grupo menos yo.

Yo sigo pensando que nuestro riesgo de contagio aumenta al estar encerrados en un aula sin distancias y sin mascarillas.

El caso es que hasta hoy no ha habido un rebrote ni nada por el estilo en el aula, pero vivo con ese miedo.

¿Por qué no los denuncias?

Esa pregunta ame la hizo una amiga que me decía que debía de llamar a inspección de sanidad para que fueran al centro donde estoy estudiando.

Y quien soy yo para denunciarlos y obligarles a usar la mascarilla cuando se niegan rotundamente.

 Si los denunciara, cosa que podría hacer y liarla gorda lo que haría sería cortar sus libertades a base de las mías.

Está claro que si impusiera una denuncia probablemente saldría ganando ya que las leyes respaldan mi opinión pero no, no lo voy  a hacer y si me contagio lo contaré en otro post.

Tan solo me queda un mes de compartir aula con los negacionistas y espero terminar bien.

Mi libertad de decidir no tiene que coartar la libertad de otras personas para decidir, aunque si hay unas normas de seguridad y estas no se cumplen tal vez debería de hacer algo o no, tal vez no solo por mi bien sino por el bien de la sociedad.

 

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