Ya queda poco para que acabe la locura del consumismo.
La gente se comporta de manera extraña, como loca.
¿No se dan cuenta?
Ayer estuve de compras, un mal día para ir de compras.
Todo daba vueltas como una centrifugadora.
Se respiraba un estrés en el ambiente que invadía las colas de la gran superficie comercial.
Resumen
MI AVENTURA HACIA LA LOCURA DEL CONSUMISMO
Para entrar el centro comercial había una cola inmensa de coches, un atasco horrible, casi una hora para conseguir una plaza de parking.
Observé a las personas en los coches, unos discutían, otros ni hablaban, una familia reprochaba al niño que se estuviera quietecito en el asiento para bebé, era imposible abrir la ventana del coche, no se podía respirar aire, era todo aire contaminado.
Una vez dentro del centro comercial y después de la hora metido en el coche, tocaba entrar al centro comercial para que se desatase la locura del consumismo.
No tengo palabras para poder describir todo lo que vi.
Dos veces me dieron en el talón de aquiles con un carro de la compra, el contacto físico con las personas era continuo, un contacto a base de empujones claro.
Los empleados no paraban de trabajar, colocando cajas, atendiendo a gente, ordenando el caos producido por la locura del consumismo.
Pitidos, gente gritando, discutiendo y con cara de amargados era lo que observaba en aquel lugar.
Mi intención era no comprar nada, iba de acompañante y tal vez comprase algún regalo para el día de reyes pero, una vez metido en el caos era imposible ver algo que me gustase, sólo miraba lo que hacía la gente.
Mi acompañante quería comprar un pupitre para su hijo.
Un pupitre de plástico, horrendo, con cuatro colorines y el cual tenía un precio de unos cincuenta euros.
-No sé cual comprar- me decía- tenía pensado hacerle uno con maderas, pero por falta de tiempo no he podido hacerlo.
Y el clic que me produjeron aquellas palabras me llevó a escribir este artículo.
tttt
Ella quería hacer un pupitre a su hijo, de madera, fabricarlo y construirlo con sus propias manos.
La función de aquel pupitre era para que el niño aprendiera a dibujar y compartir la experiencia de crear un pupitre con su hujo.
Comencé a darle vueltas al asunto.
El antropólogo principiante que llevo dentro comenzó a desglosar e intentar hacer un análisis de la situación.
Me encontraba con una madre que en la escuela le habían dicho que su hijo no coloreaba bien, que tenía que hacer más actividades en casa y que para ello había pensado en hacerle un pupitre, en crearlo ella misma con maderas y puntillas, pero que por falta de tiempo no pudo hacerlo y se lo quería regalar el día de reyes.
¿Como iba a ser posible que su hijo no recibiera un regalo de reyes?
Una vez en la cola le dije…
-Todo esto me parece absurdo.
Me miró con cara de… “¿Qué le está pasando a este ahora por la cabeza?”
LO ABSURDO DE LA LOCURA DEL CONSUMISMO
Todas las cajas para pagar en el supermercado estaban abiertas y en todas ellas había colas de gente desesperada por comprar algo y salir de aquel lugar, estamos en víspera de reyes magos.
Continué diciéndole.
-Me dices que te hubiera gustado hacer tu misma el pupitre, pero por falta de tiempo no has podido hacerlo. Entiendo que trabajas y que llevas a tu familia hacia delante pero, ¿y si las tres horas que llevamos en este centro comercial las hubieras empleado en conseguir las cuatro maderas, las tres puntillas y hubieras construido el pupitre por ti misma? Si es por falta de tiempo, has gastado tres horas, una hora para aparcar, otra hora para elegir el pupitre y la otra para aguardar cola en caja y salir de este lugar.
Acto seguido dejó el pupitre de plástico donde lo había cogido y salimos del centro comercial. Parece que la hice recapacitar.
Abandonamos aquel lugar sin comprar nada, ¡lo había conseguido! No comprar nada. ¡Viva la navidad!
LA LOCURA DEL CONSUMISMO EN NAVIDAD
¿En qué momento esta fiesta tradicional se ha convertido en una fiesta del consumo?
Que si el gordo de la navidad, que si Papa Noel, los Reyes Magos, las comidas copiosas, los amigos invisibles, las reuniones de empresa, el fin de año y todo un conjunto de tradiciones culturales asociadas al dinero, al intercambio de regalos y a la locura del consumismo unido a los problemas del ámbito familiar que se reavivan tras el contacto continuo en estas fiestas y que una vez que acaban cada uno a lo suyo, como seres individuales que somos.
En el momento que no quieres participar económicamente en estas fiestas, ya eres el raro, o el agarrado, o el “anti-navidad”.
Parece ser que si no consumes no puedes tener una navidad en condiciones. Afortunadamente estas fiestas no se viven igual en todos lados.
Los Estados y las empresas se han encargado de manejarnos como ovejas en el rebaño hacía el beneficio económico.
Un regalo siempre hace ilusión al que lo recibe pero…
- ¿Por qué la obligación del regalar en según qué fechas?
- ¿Por qué en el momento que no participas en un regalo en una fecha señalada la gente no comprende que uno quiere estar fuera de toda esa lógica económica cultural?
- ¿Porqué nos cuesta tanto pensar que la ilusión de regalar o la obligación de tener que comprar nos viene impuesta por la lógica del mercado que no hace más que inventarse fiestas y tradiciones para que sigamos consumiendo?
SOY RARO, ODIO LA NAVIDAD DEL CONSUMO
De verdad, una vez más, soy el raro.
Esta sociedad te hace raro cuando no haces lo que todo el mundo hace.
Perdemos la crítica, nos dejamos llevar y al final acabamos haciendo algo que no nos gusta y que nos agobia.
Yo no veía a una sociedad feliz por comprar, al revés, veía una sociedad agobiada de atascos, colas y gastos extras para luego afrontar la cuesta de enero.
Caras infelices, deseando pasar por caja y no queriendo estar en aquel lugar, pero por la obligación cultural de tener comprar y regalar no podían hacer lo que ellos realmente querían.
Malgastamos un tiempo valioso en el centro comercial pudiendo estar con nuestros hijos compartiendo otros valores que no sean el de le compro un regalo y le dejo que juegue solo.
El centro comercial me agobia.
Un psicólogo me diría que tengo fobia a vivir en sociedad y a los espacios abiertos.
Un antropólogo me diría que es normal que sienta lo que siento por esta mierda de sociedad.
Que no tengo ningún problema en la cabeza y que lo que mejor que puedes hacer es escapar de ese rebaño en donde el pastor llamado Mercado y el perro llamado Estado siguen dirigiendo el rebaño de ovejas llamado (TÚ) hacía el interés económico.
De verdad que prefiero ser raro que oveja, que no es lo mismo que ser la oveja rara del rebaño.
Siempre en estas fechas me da por escribir lo tanto que no me gusta esta fiesta tradicional.
Asco de navidad consumista.
Esa es la locura del S. XXI. Misma que causa grandes y serios problemas de estrés, ignorancia intelectual, escaso deseo de pensar sobre sí mismo. Abandono de la identidad. Crea un mundo de personas alienadas y enfermas.
Gracias Alguien
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