Carta a mi amada antropología.

MI DECLARACIÓN DE AMOR ANTROPOLÓGICO

Ha llegado la hora de hacer mi declaración de amor antropológico.

En este post te cuento como he querido y odiado a la antropología. Como me he distanciado de ella y he vuelto mil veces sin saber muy bien por qué, mi amor antropológico es incondicional hacia la antropología. 

Más abajo verás la carta que le escribo a mi amada antropología, pero antes te dejo un extracto de mi diario personal de hace dos años, cuando aún ni existía este blog.

Hace dos años…

Resumen

DIARIO DE UN ANTROPÓLOGO, 1 DE AGOSTO 2014

16:30: Que calor hace, no tengo fuerzas para seguir estudiando y el examen de recuperación lo tengo dentro de un mes. La maldita geografía humana me tiene loco. Es una asignatura que me mola, pero son tantas cosas las que hay que estudiar, conceptos, definiciones, teorías, que hace que esta asignatura se haga pesada.

Hace dos años que estudio antropología, y ¡me encanta! Se hace pesado por el rollo de los exámenes. Nunca antes había estudiado en la universidad. Nunca es tarde si la dicha es buena, empezar un grado universitario con 28 años, trabajando, teniendo una vida social y cogiendo pocas asignaturas para no asfixiarme mucho, hacen que la carga de trabajo se incremente y me agobie por tener que presentarme a los exámenes.

Necesito contar mi agobio al mundo. De siempre me ha gustado escribir, ¿y si monto un blog?

18:06: No puedo más. Creo que voy a parar de estudiar. No es sano estar de vacaciones y estudiando. Debería desconectar un poco, aún queda un mes para el examen. Me gustaría saber por qué lo suspendí.

18:29: Estoy pensando yo. ¿Cuánto tiempo me queda para terminar el grado universitario?

Voy a por un café.

18:45: Que rico que está el café. Me ayuda a despejar la mente. He calculado el tiempo que me queda para terminar el grado. A este ritmo de un curso en dos años, lo acabaré en ocho años. ¡Ocho años! Ufff….

19:40: No puede ser que en ocho años termine el grado, ¡Oh! ¡Me llaman al móvil!

-¿Qué haces?

Es mi hermana que quiere salir un ratico a dar una vuelta.

-Estudiando Geografía Humana – le respondo un tanto agotado.

-Tío, si tienes un mes para prepararte la asignatura, ¿has venido a visitarnos o a estar delante de un libro? – su tono de voz indicaba cierto enfado y exigencia para pasar el tiempo con ella.

– Es que estoy un poco agobiado, el año pasado llevé una asignatura a septiembre y este año otra, me estoy amargando los veranos con la antropología.

– Pero vamos a ver, si estás estudiando antropología por gusto, ¿Por qué te agobias tanto? – ahora mi hermana me hacía que pensar.

Es verdad que la antropología me tiene loquito, pero tal vez deba de plantearme hasta qué punto es çimportante para mí y lo más importante, para qué estudio esto y si en un futuro podré dedicarme a la antropología.

-No quiero tener asignaturas pendientes y si la suspendo, el año que viene me sale el crédito más caro– le respondí un tanto preocupado.

– Mira tío, me encanta las cosas que me cuentas sobre la antropología y te veo muy ilusionado, pero joder, que tanto libro no es bueno. Que tú ya tienes tu trabajo, tu vida encaminada sin preocupaciones… Es más desde que estudias antropología te noto algo más extraño. ¿Estás bien?

-Si, estoy bien.

22:57 Ya en casa.

Al final he ido a tomar unas tapas con mi hermana, me ha alegrado el día porque estaba algo amargado. He de marcarme un plan de estudios más coherente para luego no tener que estar el verano lleno de teorías.

Hace tiempo que escribo en mi diario, tal vez, le interese a alguien leerlo. La idea de montar un blog no me parece descabellada. Pero, ¿a quién le va a interesar lo que yo escribo? La escritura siempre ha sido mi terapia, mi vía de escape, un lugar en donde me encuentro, un encuentro de un yo profundo.

23:33: ¡Decidido voy a montar un blog para desahogarme!

(Es texto es de mi diario personal, allá por el 2014 cuando este blog aún ni existía)

DIARIO DE UN ANTROPÓLOGO, 11 DE JULIO 2016 

Ya han pasado dos años del comienzo de mi identidad como El Antropólogo Principiante y quiero declarar mi amor antropológico hacia la disciplina. 

En los inicios de esta bitácora, escribía mí día a día a modo de diario personal. Después me di cuenta que a nadie le interesaba si estudiaba cuatro horas, si me iba de cañas o si me dolía la cabeza al conocer las teorías evolucionistas de Morgan.

Quería escribir, siempre me ha gustado escribir, desde pequeño escribía cuentos con mi vecina inglesa, y es por eso que decidí abrir este blog, para contar al mundo una historia que a nadie le interesaba, además, me servía para soltarme en la escritura. No es lo mismo escribir tú diario personal que sólo lo vas a leer tú cuando estés aburrido que escribir un blog que puede ser visto por muchas personas.

El Antropólogo Principiante nació un agosto de 2014 y aunque sigo siendo el mismo, la identidad creada se ha ido apoderando de mí. Una identidad que intenté desde el minuto uno que no se asociase a mi otra identidad, la de mi persona y es que de identidades estoy creado. ¿Por qué siempre ser el mismo si la vida te demuestra un aprendizaje constante de cambios?

MI AMOR ANTROPOLÓGICO CON LA ANTROPOLOGÍA 

El impactó que me causó al conocerla hizo que mi modo de ver el mundo cambiase. ¿Cómo era posible que viviera el mundo como un cerdo feliz?

No quiero que la expresión «cerdo feliz» se malinterpretada, generalizada, esquematizada dentro de alguna estructura, clasificada o que se pueda aplicar  a algún concepto lingüístico o a un ente cultural de los tantos que conocemos, y esto lo digo porque la mayoría de las personas que leen este blog, tienen algún contacto con la antropología, y ya sabemos de que va esto de la antropología.

Si pudiera volver al pasado me gustaría volver a ser ese cerdo feliz, pero ya no hay vuelta atrás. Era feliz con mi vida creada y mis propios ideales que se resumían en” vive y sé feliz” y en “haz lo que te apetezca”.

Tras el contacto con esta disciplina académica, el amor antropológico y el pensamiento en mi cabeza cambió hacia una preocupación constante del descubrimiento del mundo en el que vivo, un descubrimiento de mi posición de mi propio ser de la consciencia.  Y no es que fuera Julio Verne, pero la venda que tapaba mi incosciencia se destapó.

¿Cómo es posible que haya tantas culturas en el mundo y que seamos tan diferentes unos de otros?

¿Por qué hay tanta desigualdad de poder y los que estamos abajo parece que seamos un rebaño de ovejas con pocas alternativas a una vida mejor?

¿Cómo es que antes no me cuestionaba el cómo y el porqué de las cosas?

Me lo cuestionaba sí, pero no de la misma forma como lo cuestiono ahora.

¿De que forma la antropología me ha dado la consciencia de mi propio ser?

Un ser que ahora ha sido creado por la propia antropología.

MI YO ANTROPOLÓGICO

Mi vida de cerdo feliz era apasionante. Los amigos, las fiestas, el viajar, el aquí no pasa nada, la estabilidad, el deseo de ser uno más, el no ser diferente.

Era como un cerdo que viajaba de camino al matadero un camino me llevó a descubrir la antropología, aquella que me enamoró y me abrió los ojos cambiando de un yo feliz para convertirse en un yo preocupado por todo, mirando todo con lupa, como un obseso que fuese a descubrir el método efectivo o abrir la caja de pandora para desatar todo el mal que se respira en el ambiente inconsciente de una sociedad enfermiza que se cree el ombligo del mundo y que va camino de su propia destrucción.

Mi sociedad, en la que descubrí que lo sociológico se compone de lo cultural y viceversa.

Dicen que el amor es una locura, un sentimiento de éxtasis que recorre todo tu cuerpo cuando encuentras a lo que tanto amas, no te queda otra que escribir una declaración de amor antropológico. 

La antropología me ha convertido en un loco del amor. También dicen que el amor hay que vivirlo por etapas y en esta etapa quiero hacer mi declaración de amor antropológico. 

Pasé la crisis de los seis meses, esa que dicen que cuando empiezas una relación, si pasas de los seis meses, la cosa va bien. Después descubrí que hacía falta un año para estar seguro que la relación iba a buen puerto.

Pasé la crisis del primer año.

Después, leyendo, descubrí que una relación queda consolidada y va por buen camino cuando pasas la crisis de los tres años.

Una vez más superé mi relación con ella acompañándome en el camino hacia el matadero consciente.

Y tras cinco años de relación con mi amada antropología, he descubierto que hay una crisis mayor, la de los cinco años.

(Qué asco de crisis).

Y justo me encuentro en esta crisis sentimental hacia ella. Me duele tener que escribirle esta carta pero no puedo más, más abajo verás mi declaración de amor antropológico. 

Necesito un respiro de ella, necesito un respiro de ti, mi amada antropología.

DECLARACIÓN DE AMOR ANTROPOLÓGICO A MI AMADA ANTROPOLOGÍA. 

Llevamos cinco años juntas, tengo que agradecerte que me hayas acompañado, cuidado, descubierto, abierto los ojos, ayudado a reflexionar, a observar, a escribir, a entender y que me hayas acompañado en este camino lleno de altibajos.

Hace dos años que empezamos a escribir en este blog, ¿te acuerdas de las primeras entradas? Hablábamos de ti, ¿Qué es la antropología? ¿Para qué sirve la antropología?

Ahora me río cuando releo estas entradas.

Gracias a ti, mí querida antropología empezamos este camino en la blogosfera.

Tú me enseñabas infinidad de cosas y yo intentaba describir eso que haces, a lo que te dedicas, quien te descubrió, cual ha sido tu paso por la historia de este mundo, a que has dedicado todo este tiempo, quienes han sido tus mayores descubridores y quien te ha usado para aplicar esa cosa que te hace tan especial llamada holismo, trabajo de campo u observación participante siendo una especialista en la escritura etnográfica.

Repasamos tu historia, llena de crisis, de teorías que se contradecían. Te han señalado como la ciencia de todos los males y que por tu culpa las metrópolis conquistaron los pueblos a los que estudiabas, aunque no tuviste toda la culpa, algunos te han tildado como ayudante de tal estropicio fronterizo de rayas absurdas, colores y diferencias.

Me enseñaste los diarios de Malinowski, el evolucionismo de Morgan, el estructural-funcionalismo de tu amigo Levi, los secretos Samoanos de Margaret Mead, al criticado Marvin Harris, a los boasianos y el relativismo cultural de tu amigo Frank Boas, a los Nuer, a los Sembaga, a los Trobriandeses y a un sinfín de culturas descritas por tus colegas que dejaron un legado para que ahora, los nuevos antropólogos conozcamos de que rollo vas. El Kula siempre me marcará a partir de ahora, gracias por enseñármelo.

Has cambiado tantas veces de pareceres que me vuelves loco. Loco por tu aprendizaje, por tu conocimiento, por tus maneras de hacer las cosas, estoy loco por ti, mi amada antropología.

La locura me ha llevado al extremo.

Te he querido, hemos hecho trabajo de campo juntas, hemos leído tantas corrientes teóricas para poder aplicarlas al trabajo que al final nos decantamos por el amor ciego, ese que no ve, ni oye.

Dimos el paso y decidimos ir juntas vírgenes al campo, como si no nos conociéramos, después, nos dimos cuenta de que era una aberración para aquellos que te dieron nombre y siguen manteniéndote en la esfera del saber.

Tú dices que los académicos  son buenos, que estás cómoda en esas cuatro paredes.

Yo te digo que no, que tienes que salir, acercarte al mundo, porque tu acercamiento hace que seas especial, ¿de qué te sirve ser especial y estar con eso a lo que llamas cultura, con seres humanos, si luego cuando te explicas usas un lenguaje tan abstracto que sólo te entienden tus amigos, los académicos que te tienen encerrada?

Tía, sal, date a conocer, tienes que ser la ciencia más cercana al ser humano, ¿Por qué luego te alejas tanto de él?

No te entiendo muchas veces, pero me tienes loco.

Eres conocida en todo el mundo y muchos académicos te cogen por banda y no te dejan salir. ¿Recuerdas aquella conversación que tuvimos sobre los “no lugares”?

Aquello casi nos cuesta el divorcio, tu decías que Augé, tu amigo contemporáneo estaba en lo cierto, yo te decía que no, que los no lugares no existen, te puse unos ejemplos y me dijiste que eso no valía, me enfadé contigo, porque a veces te ciegas por quien te maneja y dejas de ser tu misma.

Eso me enfada. Te puse varios ejemplos sobre situaciones que se dan en los no lugares y me decías que eso era circunstancial, no válido para una teoría. Te odié por aquello.

Fuiste creada y amoldada a tus semejantes. Me acuerdo de aquellas crisis  por las que has pasado.

Tú me las cuentas como si nada y te vanaglorias de ser una ciencia cambiante como Mística de X-men.

Tus crisis te han ayudado a entenderte a ti misma, pero estás abocada al fracaso como esto siga así.

Eres tan mística y misteriosa que una vez te conocí, me embrujaste con tus palabras extrañas, tus cadenas me aprisionaban, ataste mi corazón a tu cuerpo, un cuerpo teórico cargado de críticas y congruencias.

Tienes que replantearte muy en serio y hablar con tus colegas académicos para que den una solución a la crisis actual por la que pasas.

Tienes que ser conocida, aplicada, disciplinada como lo has sido hasta ahora, pero lo más importante es que te amoldes a los tiempos que corren, y tu lugar no está ahí, puede que se convierta un no lugar si no sales, coges fuerzas y te plantas de cara al mundo, ante esas otras ciencias que se han apoderado  y hacen que todos seamos cerdos felices, tu amiga Derecho, Económicas , Ciencia política o Sociología te han cogido ventaja y tú te has ido abandonando como lo hizo tu madre, la madre de todas las ciencias, la Filosofía.

Tu eres única y especial, tu discurso tiene que ser conocido, tu tarea aplicada y tu lenguaje más llano. Yo sé que eres una ciencia. Eres la ciencia del humano, de su expresión cultural, la que da forma al día a día, por lo tanto habla como un humano, explora toda esa diversidad lingüística que conoces.

No quiero que acabes como la Filosofía, que la nombras y parece todo extraño, siendo ella la gran cambiante de este loco mundo. No sigas los pasos de tu madre, lucha por tener tu puesto en el comenzar del ser humano, en las aulas, donde te tienen que conocer desde pequeños esos seres en los que basas tu objeto de estudio.

No dejes que hagan lo que han hecho con tu madre filósofa que se la han cargado de los programas estudiantiles.

Tu manejas bien la cultura, la entiendes y tienes todo el conocimiento para describirla y descubrirla.

Tu ejército de antropólogas saben bien como aplicar todas esas teorías, métodos y herramientas de las que dispones, pero, siempre tiene que haber un pero, ¿a quien le interesa tu discurso antropológico? ¿Te vas a dejar mangonear por eso a lo que muchos de tus soldados han criticado con vehemencia, el capital, el mercado y las desigualdades que produce? ¿Vas a seguir por el camino de la indiferencia, ese que tan sólo produce un interés a quien te vanagloria? «Déjate llevar por las sensaciones», como dice mi amiga Chambao.

Yo he intentado hacerte ver una y otra vez que es necesario que estés entre tus colegas, los que han llegado a conocerte mejor que yo y te han dado nombre, pero no te aferres sólo a ellos porque si sigues por ese camino, al final, serás una ciencia encerrada, poco conocida y por ese desconocimiento harás que los antropólogos y antropólogas sigan siendo desconocidos y nos sigan confundiendo con los malditos huesos, que son necesarios también, pero tienes que ser conocida por todas tus labores y conocimientos.

Mi amada antropología, ahora me despido de ti.

Gracias por acompañarme, por ser honesta pero complicada, por enseñarme a no ser un cerdo feliz y por ayudarme a ser quien soy. Ojalá no te hubiera conocido nunca, (como dice una canción), pero una vez que te he conocido difícilmente podré olvidarte y olvidar lo que me has enseñado.

Te quiero y siempre te querré.

Ahora déjame respirar, ir al matadero por la senda creada por el poder, quiero ser uno más, no ser extraño como tú.

Con un nudo en la garganta te digo adiós. Espero encontrarme contigo en un futuro, resurgir como lo hace el fénix, de sus cenizas  y con más fuerza.

Cuando lo haga, espero que no estés enfadada conmigo por abandonarte a tu suerte. Sé que estás en buenas manos, vas cumpliendo años y te desenvuelves bien, pero, ojo, no te descuides porque puede ser que tu saber no le interese a nadie.

Espero que te haya gustado esta declaración de amor antropológico.

Te quiere.

Un antropólogo principiante que nunca dejará de serlo.

Ahora recuerdo las palabras de mi hermana…

-Pero vamos a ver, si estás estudiando antropología por gusto, ¿Por qué te agobias tanto?

Por amor antropológico. 

 

17 comentarios sobre “Carta a mi amada antropología.

  1. Lourdes Curruchiche Contestar

    Hola, como estás?
    Tu carta es tan acertada! llevo 7 años y estoy a un semestre de finalizar mi carrera en Antropologia, en Guatemala. Yo también me enamoré del pénsum de estudios, y gracias a esa carrera pude entender porque en mi familia no se podía hablar de sexo, porqué mis antepasados sufrieron tanto, porqué, porqué porqué. Entendí muchas cosas, me decepcioné de otras. De cómo somos profesionales igualmente importantes para la sociedad como un médico, un psicólogo, un profesor. 🙁 🙁
    pero que ni la sociedad, ni el sistema económico ni ningún sistema le interesan los antropólogos.
    Me siento desanimada y casi que tomo la decisión de no seguir con mis estudios, por lo difícil que es acceder a estudios universitarios en mi país, y por lo difícil de mantenerse estudiando a pesar de trabajar de 10 a 12 horas por dia. De verdad es un sacrificio.

    SIN EMBARGO quiero señalar algo importante.
    Queda en nosotros los actuales antropólogos (aunque nos critiquen los conservadores) queda a nosotros ser los transmisores de una nueva antropología aplicada y aplicable a las nuevas dinámicas sociales (ya voy yo con mi vocabulario antropológico) pero es cierto. Hay un tipo, Jurgen Klarich, busquenlo, sus negocios son un éxito gracias a la antropología y el mismo incita a las personas a saber mas de antropología.

    Asi que no todo está perdido. Podemos aun hacer mucho. 🙂

    y a ti «El Antropólogo principiante» primero Gracias por escribir y segundo, VUELVE!!

    • El Antropólogo Principiante Contestar

      Muy buenas Lourdes, gracias por tus palabras, me he emocionado al leerlas. Hay mucho sentimiento en lo que escribes y me encanta. Volveré algún día, he necesitado tiempo y sigo necesitándolo para encontrar sentido a la Antropología que lo tiene todo para mi. Es como un amor extraño que se va disipando conforme pasa el tiempo pero está ahí, en mis emociones, en la forma de ver el mundo, en lo que me rodea.

      A veces quiero que nunca hubiera caído en mis manos el primer libro de antropología que me leí, porque digamos, que antes me sentía mejor, pero no es culpa de la antropología sino gracias a ella que me ha enseñado muchísimo.

      Leeré a Jurgen y me informaré a ver como aplica la antropología, muchas gracias por tu comentario, así da gusto seguir escribiendo.

  2. Cristina Nieto Contestar

    He leído alguna entrada de tu blog hace tiempo, ahora estaba desconectada pero me ha encantado el tono de tu carta. Creo que pasas por un proceso absolutamente normal, es como el que trabaja de mecánico y decide tomarse unas vacaciones. Déjame decirte que yo acabé en 2012 el grado, pasé un año y medio de luto, con un gran vacío existencial, por sentir que había albergado tanto conocimiento y tan poco útil. Tenía claro que amaba la antropología, pero no en el formato académico que nos la habían vendido. En los últimos años he estado haciendo cositas de investigación como freelance, cosa en la que he usado mucha metodología y poco bibliografía, alejándome de lenguajes tocos y metáforas subversivas. Siempre he visto que aunque la antropología puede ser aplicada, queda mucho por aprender y ni mucho menos me ha dado de comer. A veces me viene la típica reflexión de que tendría que leer algún clásico y tener en casa una biblioteca más amplia en este sentido, aunque luego se me olvida. Al final la antropología para mí es como una disciplina que nos vuelve especialistas en pequeños procesos de cambios culturales o sociales, aplicado en micro realidades. En la realidad de una empresa, en el conflicto entre unos amigos, o en la decisión de comprar o peras o tomates. Daremos una respuesta con más argumentos para escoger una cosa u otra, debido al análisis que hayamos hecho, cosa que n verifica que tengamos la razón. Tengo claro que ya no voy a poder renunciar a ese análisis mega profundo que hago respecto a las cosas, pero a veces me rio de mi misma cuando me doy cuenta que es estúpido en alguna situación, cosa que en otras no. Tengo claro que no me ha hecho más infeliz, si más escépctica y trivial, pero eso me hace ser cada vez más pasota y me siento feliz de pensar que no soy un borrego más. Esa magia que tenemos, que sabemos de que hablamos pero no sabemos exactamente explicarlo 😉

    • El Antropólogo Principiante Autor del artículoContestar

      Gracias Cristina por este pedazo de comentario 🙂 Ahora toca reinventarse, dar un respiro, volver a ver la luz, y por supuesto que seguiré de alguna forma con la antropología, pero con más distancia.

  3. Trotalomas Contestar

    Muy buenas, Antropólogo Principiante.

    Llevo un par de meses leyéndote y unas semanas deseando escribirte, aunque por circunstancias familiares no he tenido todo el tiempo que deseaba para hacerlo antes (ahora, de hecho, te escribo con una mano mientras con el otro brazo sostengo a mi hijo de 5 semanas dormido). Yo soy un informático de profesión que fuese biólogo de corazón y que, por diversas circunstancias que ahora no vienen al caso, terminó donde estoy ahora. Cuando quería estudiar Biología, una de las asignaturas que me llamaban la atención en el plan de estudios de aquel entonces era una de 4.º de carrera sobre antropología biológica. Y me planteaba el segundo ciclo de Antropología porque me llamaban muchísimo la atención la antropología social y cultural.

    El caso es que finalmente hice informática, trabajo de ello y mi inquietud por hacer algo que me apasione y que me llene me llevó hace unos años a emprender la carrera de Ciencias Ambientales por la UNED: era lo más parecido a la Biología (y al estudio de ciencias de la naturaleza, en general) que podía hacer y en una universidad que me permitía compaginar los estudios con la vida personal y profesional. Hasta la fecha he pasado por varias crisis similares a la tuya: desencanto con la disciplina o con el plan de estudios de la universidad, además de dentro del ámbito profesional. Incluso por la falta de tiempo para compaginar con una vida personal y familiar adecuada, a veces me he planteado dejar la carrera o dejarla para mejores momentos. Desde hace unos meses me ha vuelto el runrún por la Antropología, he vuelto a leer textos, y es que en Ambientales hay varias asignaturas de Sociología y otras que, por el propio enfoque interdisciplinario que tienen las CC. Ambientales tocan aspectos de la Antropología. El caso es que estuve echando un vistazo al plan de estudios de la UNED, buscando páginas y blogs que hablasen sobre ella (así encontré el tuyo) y me encantó el enfoque que das al blog. Me suscribí al mismo y estuve leyendo entradas antiguas. Y me encontré con estas dos últimas que me entristecieron un poco. Entiendo por lo que estás pasando, no sé qué decisión tomarás cuando pase un tiempo, no sé si volverás a la UNED con la carrera y si seguirás con ella, pero sí que seguirás enamorado de esta disciplina y que, de algún modo u otro, continuarás en la brecha.

    Sea como ambientólogo interesado en la antropología, sea como futuro estudiante de antropología, me encantaría seguir leyéndote. No soy el más indicado para decirte que retomes el blog cuando los míos están aparcados desde hace tanto, pero sí que te digo que me encantaría seguir leyendo más cositas por aquí.

    Dicho lo cual, te envío un saludo: ha sido un placer encontrarte por aquí y leer todo cuanto has escrito.

    Un abrazo.

    • El Antropólogo Principiante Autor del artículoContestar

      Joper, muchas gracias por el comentario, he recibido muchos comentarios y emails de animo para que no deje el blog y que no desconecte de la antropología. Estamos en septiembre y me entra el gusanillo de matricularme en la Universidad, pero no, no es el momento, estoy como bloqueado, no quiero volver a la disciplina y escribir el desánimo que siento por ella, porque del amor al odio hay un paso, prefiero tomar distancias, relajarme y volver a la carga si el cuerpo lo pide. Un abrazo y darle caña a esos blogs. 🙂

  4. Walter Contestar

    Pero hombre, ahora te vas? Así no levantamos esto. Soy estudiante de Antropología en la UNED y me has ayudado bastante. Yo llevo en el rebaño toda la vida pero no me dejo llevar, me mimetizo para sobrevivir. Si esto no lo cambia un Antropólogo, quién coño lo va a hacer?

    • El Antropólogo Principiante Autor del artículoContestar

      Así es, hay que cambiar, que buscar y explorar esa cosmología inmensa e infinita que ofrece esta disciplina. Pero con tanto libro y estudio no te deja tiempo más que ser un corderito que sigue presentándose a exámenes que ponen profesores que ni siquiera los conoces. El distanciamiento es frío y la antropología de fría tiene que tener poco.

  5. Anónimo Contestar

    Mucho ánimo en tu nueva andadura. Sabes bien que uno nunca deja de estudiar antropología, se trata de leer y escribir, leer y escribir…..otra cosa es que lo hagas siguiendo la disciplina académica. Sigue leyendo y no lo dejes y cuando quieras vuelves al redil académico.

    • El Antropólogo Principiante Autor del artículoContestar

      Espero que la despedida no sea definitiva, y cuando vuelva al redil académico hacerlo con más ganas, pero sobre todo, buscando una función, una labor, un quehacer que sirva para algo y no para seguir aumentando la teoría, los miles de libros que existen y poder acercar la antropología a eso que llamamos humanos.

  6. max torres Contestar

    hola, no se por que creo que has llorado escribiendo ahahahaha

    pero, tienes mucha razón para darte un respiro, yo voy 7 años en esto, es como un vicio, peor que cualquier droga, pero lo he sabido sobrellevar (para mi buena fortuna).

    imagínate, soy de Perú, y con la cantidad de cosas que hay aquí para ver con el ojo antropológico, ya ni tiempo queda para ver con los ojos propios tengo… pues eso es una consecuencia de la antropología, te quita tus ojos y te incrusta los suyos, los ojos antropológicos…

    saludos…

  7. blueprimula Contestar

    Me da mucha pena que te retires de la Antropología, aunque yo también he tenido que hacerlo (en principio por obligación). En este tiempo que he pasado separada de la Uned y la Antropología he pensado mucho acerca de esta maravillosa disciplina y la verdad es que no puedo estar más de acuerdo con tus palabras. Cuando conocí la Antropología me enamoró como a ti y con el tiempo me fue desencantando, yo no sabía explicar el porqué… Pero tras leer tu carta de despedida lo he entendido mejor, la culpa no es de la Antropología, ni tuya, ni mía, sino de que no se le sabe dar el lugar que le corresponde, los métodos que puede manejar y no se la deja avanzar. Seguro que hay muchas personas que no estarán de acuerdo contigo, pero eso solo será porque no pueden (o no quieren) ver más allá de esos encosertados manuales y de las teorías más clásicas y harto usadas ya. Los nuevos tiempos piden nuevas implicaciones, eso no significa que haya que olvidar lo de atrás… Pero parece que eso no se contempla como posibilidad. En fin, una pena. Mucha suerte en lo que emprendas!

    • El Antropólogo Principiante Autor del artículoContestar

      Gracias por el comentario. Ahora que ha pasado un tiempo desde que escribí esta carta, tengo más mono de antropología. Es raro. El otro día fui a una charla sobre «Gitaniedad» , de como la cultura gitana reclama una memoria histórica que desde el «sistema» se rechaza. Fue terminar la charla y ya tenía ganas de hacer algo al respecto, de escribir, de explorar, de hacer mil cosas, luego pensé, basta, estoy mosqueado con la Antropología.

  8. Yara Contestar

    Me he sentido reflejada en las cosas que has dicho sobre que la antropología te muestra cosas que no quieres ver y que te hace cuestionar otras tantas. Es complicado lidiar con eso, ser completamente feliz sabiendo ciertas cosas. Pero también creo que es un deber moral coger consciencia y poder transmitir el mensaje a otros.

    Así que felicidades por la carta y el blog.

    Espero que cuando hayas desconectado, vuelvas a retomar esta interesante disciplina con más fuerza!

    Saludos

    • El Antropólogo Principiante Autor del artículoContestar

      Gracias Yara, como dices siento cierto deber moral hacia la antropología, pero más que hacia ella es hacia las personas que la desconocen y de las que hablamos. Durante el transcurso de estos años he realizado en mi imaginario cientos de estudios antropológicos, que nunca he empezado por tener que estudiar tochos y tochos de teorías, y no digo que sean necesarias, pero el plan de estudios en la universidad que estoy, se hace un poco repetitivo.

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