Como el lector habrá percibido, con el correr de la páginas, se han ido perdiendo el bar de San Telmo, mis amigos Julio y Lucía y el juego de inventar un diálogo para comparar las distintas posturas de algunos autores sobre la antropología contemporánea.
El objetivo experimental de este trabajo y mi interés por algunos autores, entre otros factores, han moldeado la estructura y el estilo del texto.
He intentado despegarme del formato estándar de un paper académico comenzando con la descripción de una situación a modo ilustrativo para luego ir armando un recorrido, más o menos interesante, que sintetice los principales argumentos, que a mi criterio dan cuenta del título. Sin embargo no lo he logrado del todo y veo que ha triunfado el estilo tradicional de un texto académico.
Todo proceso de escritura, de construcción de un escrito, requiere mucho esfuerzo, correcciones, enojos y sufrimientos.
Muchas veces existe un miedo implícito de no poder expresar adecuadamente lo que se piensa. Otras veces el miedo es al tiempo que transcurre entre escritura y lectura, pues de alguna manera el texto es una fotografía que congela un momento en un devenir de pensamiento.
Los lugares seguros de la escritura académica son siempre la mejor opción a la hora de economizar esfuerzos o privilegiar objetivos. Sin embargo, en esta elección se pierde uno la posibilidad de experimentar con la escritura.
Cómo plantea Geertz es necesario pensar en la etnografía y su escena de escritura. Ç
Para esto no basta con plantear que el antropólogo/a en el campo, vive, registra y luego escribe para comunicar lo mejor posible aquello que dijeron, descubrió, encontró o pensó.
Creo que abordar la escena de escritura etnográfica implica ir más allá de la idea de que un texto antropológico debe tener un estilo literario propio.
Porque los trabajos etnográficos logran convencernos de que los antropólogos han estado allí, que han vivido, no solo por la abundancia de detalles que contienen, ni por la cuidada presentación de sus argumentos, sino fundamentalmente por el milagro de la escritura (Geertz, 1989:14).
Que por cierto, vale aclarar que escribir bien no es ningún milagro, sino como dijimos requiere un ejercicio constante y sostenido.
Espero que este texto logre mostrar un poco de su propia construcción, de sus tensiones, así como de las ideas que intenta hilvanar en una escritura que sale apenas unos pasos afuera del formato tradicional.
Este texto ha sido escrito por Daniel Daza