Análisis: «Estrategias de la Comunicación» de Rogelio Tobón Franco
Por Daniela Ángel Madrid[1]
«La comunicación esencial, en sentido estricto y pleno, es la que implica reciprocidad, puesta en común, posibilidad abierta de interacción». Rogelio Tobón Franco
La comunicación no es una ciencia. Tampoco una disciplina. Es algo más amplio que esto. La comunicación es un campo de saber que se mueve de manera transversal, es el intercambio y creación de sentidos, es la puesta en contacto con el otro.
Rogelio Tobón señala que en el proceso de comunicación el emisor, destinatario y entorno hacen parte de los componentes materiales de la comunicación. Sin embargo, en este mismo proceso, se distinguen aspectos implícitos, que no son perceptibles a simple vista como la información pragmática, la intención y la distancia social. La primera, corresponde a un conjunto de conocimientos propios de cada interlocutor; la segunda, es el principio o motivo que mueve a un interlocutor para generar acción comunicativa; y, la tercera, es el grado de relación social que se dé entre interlocutores. Dichos componentes, producen elementos esenciales del proceso de comunicación: una posición propia por parte de cada interlocutor, experiencias compartidas entre sí, e interpretación del mensaje para alcanzar una hipótesis sobre el conocimiento mutuo.
Lo mencionado anteriormente, se presenta a través de dos tipos de comunicación. Por una parte, se encuentra la verbal, constituida por las funciones de la lengua y éstas, a su vez, por las funciones representativa (busca simbolismo), expresiva (busca forma), y apelativa (busca efecto). En su conjunto, están también las funciones del habla, las cuales ponen en manifiesto regulaciones o deficiencias dentro de la comunicación, como lo es el informar (simple transmisión de datos) o alinear (manipulación), respectivamente. Al unir las funciones descritas se crean las acciones lingüísticas o procesos verbales.
De otro lado, está la comunicación no verbal constituida por el aspecto físico del interlocutor, su expresión corporal, su conducta táctil y por elementos del contexto como olores, espacio, entre otros. Acciones voluntarias o involuntarias expresadas a través de un paralenguaje y que no corresponden al lenguaje hablado articulado, pero que lo complementan y en otros casos, lo sustituyen.
Para comprender una situación comunicativa se hace necesario y fundamental, además, profundizar en la intención o enunciado (unidad mínima de comunicación) expresada a partir del discurso como eje articulador del mensaje, el cual conlleva actos comunicativos que están predeterminados por el interlocutor en posición de emisor: el acto locutivo, es el hecho de emitir sonidos, palabras y secuencias de las mismas con sentido (posee significado); el acto ilocutivo, forma en como es expresado el enunciado (posee fuerza); y el acto perlocutivo, cuyo propósito es perseguir un fin en el interlocutor (posee efecto).
Añadiendose a estos actos, y en una escala global del discurso, como complemento del proceso intencional están las argumentaciones las cuales cumplen funciones de persuasión. Estas argumentaciones son denominadas Lógicas cuando a través de ellas se calcula una conclusión de inmediato porque así lo requieren las premisas, por su contrario, son denominadas Discursivas cuando una serie de argumentaciones son las que dirigen hacia una conclusión.
Ahora, para que el interlocutor en posición de destinatario dé una interpretación correcta del enunciado es necesario que cuente con claridad frente a los conceptos de significado e interpretación. El significado refiere al contenido semántico de un texto, mientras que la interpretación no sólo conlleva el significado y su decodificación, sino que implica también la relación con la información pragmática.
En consecuencia, el destinatario debe realizar dos tareas fundamentales frente al discurso: la codificación/decodificación, un proceso convencional determinado por la simbología y significación, y la ostentación/inferencia, proceso no convencional basado en la deducción de un enunciado mediante un comportamiento manifestado por el interlocutor-emisor. Lo que se busca en el enunciado y su interpretación son grados de adecuación a las situaciones comunicativas, si este es adecuado o no en lugar de enmarcarlo dentro de un juicio de valor (si es falso o verdadero).
En relación a estas tareas, el destinatario debe realizar una distinción entre la información que es explícita -definida como explicatura- que corresponde al proceso convencional de codifiación/decodificación y que consiste en asignarle el significado correcto, de aquella que se ofrece de modo implícito -definida como implicatura- y corresponde al proceso de ostentación/inferencia en el cual el emisor trata de hacer manifiesto un mensaje pero sin hacerlo muy obvio, por lo que obliga al destinatario a buscar una relación entre los datos que ya se han dado y otros nuevos aportados por la misma situación comunicativa.
A causa de lo mencionado, es importante mencionar que para que en realidad se presente una comunicación asertiva debe darse la conversación o, en otras palabras, la retroalimentación entre interlocutores. Por tanto, es necesario que se presenten estrategias conversacionales: principios cooperativos o máximas para la regulación de las contribuciones que realice cada interlocutor a partir de sus parcelas de conocimiento. Entre estas estrategias, categorizadas según la propuesta del filósofo Kant (Tobón,1997:76) están: la máxima de Cantidad, refiere a la información precisa, que no sea más de la que se requiera; la máxima de Cualidad, responde a no expresar información falsa o de la que no se tengan pruebas; la máxima de Relación, rescata la importancia de la expresión informativa cuya intervención no se desvíe del tema planteado; y la máxima de Modalidad, corresponde al ser breve y evitar la ambigüedad.
En este sentido, la cortesía también es interpretada como una estrategia dentro de la conversación a medida en que se genera un trato amable y sincero, aunque, por otra parte, puede ser vista como una norma social indicando cuándo una acción es cortés o no. En cualquiera de los dos casos, la cortesía se transforma en un mecanismo de salvaguardia para controlar la agresividad dentro de la sociedad, en la cual, para Tobón (1997:113) “el verdadero placer es el de convivir”, pero se convive en la medida en que se sabe comunicar: “la convivencia exige unos determinados procesos de aprendizaje, en que saber comunicarse no es, en modo alguno, un producto de la improvisación. Este entrenamiento comunicativo dura -sin riesgos de exageración- lo que dura nuestra vida”.
Este libro ofrece herramientas útiles de comprensión y práctica para estudiantes, docentes o personas que estén en su primer contacto consciente con la comunicación como creación social y cultural. Quien se dé a esta lectura, podrá observar que el esquema tradicional de comunicación propuesto por los teóricos Shannon y Weaver (1949) en su obra “Mathematical Theory of Communication” es un modelo funcionalista: un condicionamiento operante pensado para máquinas, puesto que el ser humano es mucho más complejo.
El texto requiere en el lector una actitud del detalle y concentración debido a la cantidad de ramificaciones a las cuáles se amplían los conceptos de cada una. El autor adapta planteamientos de los clásicos teóricos de la comunicación y la semiótica, tanto como propios. Expone, además, la importancia de la reformulación de los modelos de la comunicación dentro de las sociedades a partir de la Ecología Humana de Restrepo (1996), desde instituciones pedagógicas o corporaciones económicas, cuyos mensajes de por sí son portadores de poder y manipulación.
En definitiva, a través de la palabra, un gesto o el tacto, se está comunicando y para que este proceso de comunicación se cumpla adecuadamente, es necesaria una respuesta e interacción con el otro. Desde nuestro nacimiento este tipo de interacción nos es concebida. El lograrla y aprender de ella es una tarea que jamás termina.
Bibliografía:
Tobón, R. (1997). Estrategias de la comunicación. Serie Saber Comunicarse. (1ra Ed). Medellín: Grupo Impresor.
Shannon, C; Weaver, W. (1949). Mathematical Theory of Communication. Urbana: University of Illinois Press.
[1] Ángel, D. Comunicadora Social – Periodista de la Corporación Universitaria Minuto de Dios; Auxiliar de Investigaciones del grupo “Comunicación, Periodismo y Sociedad” perteneciente a la Maestría en Comunicaciones, Universidad de Antioquia, Medellín – Colombia.