Soy un drogadicto, la intoxicación antropológica.

Probablemente la antropología me ha trastocado la cabeza.

Hace tres años que estudio antropología y la verdad es que la forma de ver lo que me rodea ha cambiado mi cosmovisión. Esta mañana madrugué para ir a trabajar y pensé que me han educado para esto, para trabajar

¡Estudia! – me decía mi madre- ¡Si quieres llegar a ser alguien!

Ella no tiene la culpa, tal vez la tenga la sociedad o el capital. Antes no me cuestionaba si había que trabajar o no, ahora pienso que me han educado para trabajar, desde pequeño, en la escuela, con el horario que cumplir y la realización de las tareas cotidianas, los deberes. Deberes y obligaciones morales es el precio de vivir en sociedad, porque derechos cada vez menos.

El otro día estuve en casa de un amigo, con su familia, disfrutando de la comensalía que me ofrecían. No podía parar de pensar en las relaciones de parentesco consanguíneas y afines y en cómo se relacionaban entre ellos en función del tipo de relación que les unía.

En el trabajo no paraba de pensar en las relaciones de poder que se generan por la jerarquía vertical que ostenta la empresa, en como acatamos lo que se nos dice en función de la productividad exigida. Las relaciones laborales que se crean en el ámbito laboral son muy distintas a las que pueda tener en otros ámbitos fuera del trabajo.

El otro día salí a hacer una carrera, este tipo de ejercicios que requieren de una vestimenta deportiva en el que si no lo practicas a menudo es muy probable que dures poco tiempo corriendo, como me paso a mí. Mientras iba corriendo pensaba, ¿por qué corro? ¿Para qué lo hago? ¿Es una convención cultural estar en forma? ¿Desde cuándo el ser humano corre como forma deportiva? ¿Antes por qué se corría? ¿Para librarse del enemigo en la guerra o para librarse del león en la selva?

Tuve que parar, no podía respirar. ¡Mi mente no podía respirar! Observé a los corredores, a los patinadores, al tipo que tenía una cara de sufrimiento que pareciese que fuera a darle un sincope del esfuerzo realizado y no era yo. Pensé en el cultivo del cuerpo, nuestro cuerpo como forma simbólica expresando significados envueltos en los constructos culturales.

-¡Basta ya! –me dije- he de concentrarme y no intoxicarme con la mirada y el pensamiento antropológico-pero no fue así.

A la tarde me puse a escribir un post para el blog. ¿Para que escribo? ¿A quién le interesa esto que escribo? ¿Acaso conozco a los “me gusta” que observo en la pantalla? ¿Cómo son las personas que supuestamente leen estos escritos? ¿Serán antropomoides o robots lazados por google? En todo caso, ¿serán internautas? ¿Serán internautas los humanos en el futuro? ¿Existirán humanos dentro de quinientos años o serán todos internautas?

Resumen

Necesito desintoxicarme de la antropología.

Es como una droga que va haciendo cada vez más daño a mi cabeza pueril que desconocía o no se planteaba un cuestionamiento constante y una observación implacable a todo lo que me rodea.

¡Ya se te pasará! –me decía mi profe, mi hada madrina.

¿Cuándo? ¿Cuándo deje la antropología? ¿Cuándo empiece a estudiar psicología para tratar de entender por qué me estoy volviendo loco?

No se puede vivir la cotidianidad en plena observación constante y participante. Incluso me pasa en clase. Observo  los profes, si están de pie, sentados, como se expresan, la distribución del aula, los medios de enseñanza de los que disponen, el maldito micrófono para grabar la clase para que alumnos que no pueden asistir a clase puedan escucharla, la participación en el aula dependiendo del profe que la dirija, ya que hay profes que son más de dar el tostón.

¡Basta ya! ¡Relaxing cup! Menos mal que no me drogo sino vería a Malinowski liado con Lewis  o la Mead con la Benedict ¡ups! ¡Perdón! No quiero parecer a Ubaldo contando las relaciones afectivo amorosas entre antropólogos en su libro de historia de la antropología.

Me ha dado por pensar que la antropología no existe, que es una invención creada por el colonialismo, pero sé que no es verdad.

Me he des-sexualizado, de-construido e incluso des-economizado. Ya no sé si soy mujer u hombre o puede que tenga una parte de los dos. No sé si por tener pene sigo siendo hombre o me siento mujer, la teoría Queer hace sus estragos y a mí me han calado hasta los huesos, quiero decir, hasta los sexos.

¡Que guay esto de ser Antropólogo Principiante!

Ya se me pasará…

14 comentarios sobre “Soy un drogadicto, la intoxicación antropológica.

  1. Amaia Castresana Palma Contestar

    Hola!! lo primero gracias por el blog y por tus artículos.
    Yo me uno al club. Ya me cuestionaba todo cuando estudie Educación Social. Cambie las gafas de como miraba a la sociedad que nos rodea y mirar desde otra perspectiva (era una frase de uno de mis profesores que constantemente nos decía que teníamos que cambiar las gafas y ver las cosas de una perspectiva diferente y más crítica) y creo que cuando estudie Antropología, ya termine hace unos años, las volví a cambiar y eso fue ya el caos. El cuestionarse todo a todas horas es muy cansado pero la verdad es que resulta interesante ver las cosas diferentes a como lo ve el resto de las personas que te rodean. Tener diferentes puntos de vista para casi todo. No se, pero a mi me encanta ver y sentir desde otra mirada, ver otras realidades.
    Un saludo

    • El Antropólogo Principiante Contestar

      Gracias Amaia, es interesante, está bien aplicar diferentes miradas, pero a veces, en situaciones tan cotidianas de tu vida te planteas mogollón de cosas que dices, ¡mi madre! quiero parar ya, jeje. Un saludo.

  2. DOLORES Contestar

    Me ha gustado tu artículo.
    A la pregunta retórica de si alguien te lee, a la vista está de que muchos.
    Yo también me cuestiono un montón de cosas, por no decir todas, y eso que no he empezado a estudiar antropología. Me metí en todo esto esto porque quería matricularme, pero antes de hacerlo me puse a leer libros de Harris y artículos acerca de Malinowski.
    Todavía tengo en la cabeza matricularme, pero me da miedo estresarme, ya que tengo que seguir con el trabajo, la casa, los hijos, ciertas aficiones…..
    Me gusta tener este contacto, así igual, me decido.
    Enhorabuena por tu blog, yo te sigo con interés.

  3. Emily Gil Contestar

    Jajajajaj, me voy a dormir con tus palabras en mi cabeza, me has sacado una fruta sonrisa.
    Gracias por el blog, lo he leído desde que decidí estudiar antropología social, estamos algo lejos en términos físicos, pero igual logras llegar a donde sea quieras hacerlo. Supongo soy humana, jajajaja. Buenas noches.

    PD: Espero a mi no se me pase 😉

  4. Anónimo Contestar

    CREO QUE ESAS SON LAS CONSECUENCIAS DE ESTUDIAR ANTROPOLOGÍA.! SOLO HAY QUE TRATAR DE MANEJAR LAS COSAS, AUNQUE TODO EL TIEMPO NOS ESTEMOS PREGUNTANDO DE DONDE SALE CADA COSA, TENGO UN PROFESOR QUE NOS DECÍA QUE LOS ANTROPÓLOGOS NOS CREÍAMOS LA MIERDA POR QUERER DARLE SIGNIFICADO A TODO. SOMO UNOS POSTMODERNOS.

  5. antropologiadespierta Contestar

    ¡Qué identificada me siento con tu artículo! En realidad casi ya me había olvidado un poco de que antes de entrar en la antropología tenía una vida normal y corriente sin ese automatismo de deconstruir cualquier situación en que me encontraba. Sí, casi ya me había olvidado, hasta que hace unas semanas una amiga de otra disciplina (pero que actualmente está «convirtiendo» a la antropología) me dijera que las antropólog@s tod@s somos muy loc@s y que vivimos en un mundo paralelo: resulta que en su otra facultad la gente no pasa su tiempo cuestionando el capitalismo, no sabe que la persona esquizofrénica de nuestra sociedad podría ser chamán en otra, y sobre todo puede hablar sin encontrarse con términos problemáticos cada dos por tres. Como es habitual en la gente adicta, estamos complicando muchísimo la vida a nosotr@s mism@s y a cualquiera que conviva con nosotr@s – ¡pero en nuestro caso vale la pena!
    Y no creo que nos vaya a pasar. Estoy pensando en un profe mío que dedica su vida a precisamente esto: Analizar la vida contemporánea en nuestra propia sociedad, cuestionarlo todo, debatir sobre ello con sus alumn@s, etc. Hoy nos dijo que lo que él quería lograr con sus clases era que salieramos del aula más confundid@s que antes. ¿Te imaginas contando esto a tu madre? «Sí, Mamá, voy a estudiar para ser alguién. Para ser una persona confundida, adicta a la locura, para infectaros a los demás con ese trastorno mental, para que podamos dar la vuelta al mundo…»

  6. Max Contestar

    Ya somos dos… La adicción está al limite de la crisis, o quizás excedió hasta eso. Pienso en parentesco donde sea, veo jerarquía, veo constructos sociales, veo cultura en todo lo que produzca sombra.

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