Relativizar el relativismo, una mirada antropológica.
– Pero entonces, todo es relativo, podría acusar Julio, como quien ha encontrado el talón de Aquiles de la cuestión.
Luego de un breve silencio, tal vez Eduardo y Arturo aclararían que poner el conocimiento en situación, localizarlo, historizarlo, resaltar al sujeto no significa renunciar a una pretensión de universalidad.
Qué esta situacionalidad y pluralidad no es una apología al relativismo o solipismo epistémico (Escobar, Restrepo, 2004: 124)
Grimson y compañía (Grimson, Merenson, Noel, 2011:10-12) parecen coincidir en que ninguna práctica o creencia pueden comprenderse extirpadas del contexto específico en el cual ha sido creada y donde adquiere sentido.
Sin embargo señalan que esta antropología es una disciplina rigurosa que explica de manera compleja esos otros mundos como el del show de televisión.
Concretamente respondiendo a la pregunta de Julio, dirían que el “relativismo metodológico no implica ni un relativismo moral ni un nihilismo epistemológico”.
El anti-relativismo es un regocijo en nuestras “verdades caseras” que obtura el diálogo y atenta contra la comprensión del otro.
Sin embargo, todas las miradas estarían a la espera de la voz de Bruno. Es que su última intervención nos ha dejado expectantes.
Seguramente nos hablaría nuevamente que pensemos en una antropología que “se pone a ocupar una posición tres veces simétrica: explica en los mismos términos las verdades y los errores —es el primer principio de simetría—; estudia a la vez la producción de humanos y de no humanos —es el principio de simetría generalizada—; por último, ocupa una posición intermediaria entre los terrenos tradicionales y los nuevos, porque suspende toda afirmación sobre lo que distinguiría a los Occidentales de los Otros” (Bruno Latour, 2007:152).
Esta antropología simétrica sería relativista pero de un modo distinto a los relativismos conocidos hasta el momento.
A diferencia de los relativistas absolutos, para quienes las culturas no son comparables por estar tan separadas que resulta imposible agruparlas, o los relativistas culturales, que ponen entre paréntesis a la naturaleza y la sacan de las culturas, Latour viene a plantearnos un “relativismo relativista” que es capaz de montar instrumentos para mensurar, relacionar y comparar en la práctica.
Un relativismo que rompe la división entre modernos y pre-modernos.
Tal vez asintiendo con la cabeza, con cara de interesado Grimson agregaría que “lo cierto es que “no puede comprenderse absolutamente nada sin un relativismo metodológico y un combate contra todas las formas de etnocentrismo” (Grimson, Merenson, Noel, 2011:18)
Resumen
Escuchar a los actores-red
“Tenemos que evitar la idea de que en alguna parte existe un diccionario donde todas las diversas palabras de los actores pueden traducirse a las pocas palabras del vocabulario social”. (Latour Bruno, 2008: 75)
Con este párrafo encendemos todas las luces de alerta para la lectura de este pequeño ejercicio de escritura y pensamiento que hemos hecho aquí.
Existe el peligro de creer que el juego de diálogo presentado sugiera que mis amigos están equivocados, que no pueden conocer por sí mismos lo social y que son solo nuestros informantes.
Por esto dejo claro que el ejercicio era solo una estrategia para presentar de otro modo las ideas. Entiéndase que he intentado mostrar que si nos encontráramos en el campo ante una pregunta como la que Julio me hizo, en primer lugar deberíamos descentrarnos a nosotros como científicos o profesionales poseedores de un saber experto y luego escuchar lo que los actores-red están diciendo.
Valorar sus saberes dejando de lado nuestros prejuicios, aprender como han sido construidos sus pensamientos. Situar todas las afirmaciones, historizarlas, complejizarlas en lugar de reducirlas para así remover toda asimetría.
Es decir que no haría falta llamar a nuestros amigos científicos sociales para que expliquen qué es, para qué y cómo se hace antropología, deberíamos comenzar por escuchar a los mismos actores-red. Como señala Latour, “hay que restituirles la capacidad de crear sus propias teorías de lo que compone lo social” (Latour Bruno, 2008: 27)
Claro que en este sentido hablar de actores implica incluir a los no-humanos, que en nuestro caso serían las cámaras, los televisores, la tecnología de transmisión, las computadoras y el mismo software de edición.
Lo tecnológico también tiene agencia y no solo es sujeto de interpretaciones externas. ¿O acaso el pabellón de antropología montado en Tecnópolis no puede tener agencia? ¿Podría este dispositivo de exhibición haber actuado más como un mediador que como un intermediario?
Es decir no solo transportar los significados presentados sino también transformarlos, traducirlos o distorsionarlos confundiendo Arqueología con Antropología (Latour Bruno, 2008: 63).
Este texto ha sido escrito por Daniel Daza