Volver a encontrarme con el blog de El Antropólogo Principiante se hace raro.
Soy una persona que crea varias identidades a lo largo de la vida.
Me encanta imaginar, crear, inventar y no parar de hacer cosas. Lo que se dice, un culo inquieto.
Mi encuentro con la antropología fue de casualidad y el crear este blog más casualidad aún.
En mi yo anterior, pasaba un poco de las demás culturas, de procesos sociales, de Malinowski…
Yo era feliz con mi mecanismo.
Mi trabajo, mis amigos, mis viajes, la familia, mis historias, mi vida creada, una vida que era la que tenía que ser, porque mi falta de consciencia o mi poca reflexión sobre mi ser y mi cultura me había llevado hasta ahí.
Trabajar, ser feliz, trabajar, ser feliz…
Y así, los años pasaban.
Resumen
Cuando conocí la antropología todo eso empezó a cambiar.
Hace ya siete años que tuve mi primer encontronazo con la antropología. No sería hasta dos años después, allá por el 2012 cuando mi relación con la antropología tomaba un matiz más serio.
Lo que no sabía es que la antropología me ofrecería una reflexión tan crítica que mi felicidad iría a menos.
En el post de despedida quise mostrar esta sensación de tristeza que sentía, lo gracioso es que buscaba un culpable a mi estado anímico.
Sí, en el verano del 2016 quise dar un carpetazo a la antropología.
Culpé a la antropología del proceso del cambio.
Uno de los teóricos que me impactó al comenzar a estudiar esto de las ciencias sociales fue Karl Marx.
Sus teorías ahora me impiden que pueda entrar a un centro comercial y disfrutar de una tarde “normal” buscando la felicidad en la compra y en el consumo.
Lo intento, pero cuando entro en estos espacios de «hiper» consumo me pongo malo.
Ya escribí mis sensaciones en dos black Fridays que viví como una pesadilla, este último te lo dejo aquí para que lo leas y al que titule como mi peor pesadilla como antropólogo principiante.
Cuando la mayoría de tus relaciones sociales se comportan como la mayoría de las personas, empiezas a parecer raro cuando no compartes las mismas aficiones de compra, de consumo o de formas de diversión.
Empiezas a desligarte de tu propia cultura pensando en que no quieres formar parte de ella y de su voraz consumo.
Cuando relacionas todo con el consumo al final te das cuenta de que no todo es consumo y de que hay pequeñas historias que contar, eso a lo que las antropólogas llamamos enfocarse en lo local y no en lo global.
Cuando te desligas de tu propia cultura entras en una visión en la que te gustaría que todo el que te rodea comparta tus mismas inquietudes.
Es como un…
¡Vamos a despertar y cambiar el mundo! ¡Dejad de consumir! ¡Dejad de tener un trabajo que no os gusta, de estar todo el día quejándose, sal del sistema que te aprisiona y no te hace feliz!
Luego te das cuenta de que de nada sirve pensar esto cuando nada haces al respecto.
Para cambiar el mundo primero he de cambiar yo mismo.
Gracias a las personas que tienes alrededor, la identidad se crea en base a tus relaciones.
Si quieres cambiar, salir, mudar, pensar de otra forma, te planteas si es bueno dejar tus relaciones atrás ya que muchas de ellas te conocían de una forma, pero tras un período de enseñanza uno empieza a cambiar y los cambios a mucha gente les cuesta entender, empiezan a tacharte como un ser raro que dice cosas raras cuando empieza a usar el discurso antropológico.
-¡Te noto un poco extraño! Es como si no fueras tu.
La crítica constante a todo lo que veo a mi alrededor hace que mi mente acabe agotada olvidándose de que muchas veces esa crítica no está fundamentada y de que es mi propia forma de percepción apoyada en una aproximación holística la que hace que vaya divagando en mi entorno sobre asuntos que son poco relevantes y que hacen que siga inventando realidades que yo mismo me creo.
Ahora vuelve a leer este último párrafo a ver si te enteras de algo.
Y es que, cuando hablo, no sé expresarme como cuando escribo, de ahí que mis palabras sean profundas y mi discurso un tanto falto de coherencia cuando lo expreso oralmente, si es que tiene algo de coherencia todo esto que explico.
Cuando hago reflexiones me asombro, me doy cuenta de que en la mayoría de las veces encuentro el punto negativo en mi cotidianidad.
Muchas veces no quiero que la gente que me rodea se comporte como robots, o que no sean conscientes de que les hacen comportarse como robots porque les han educado como robots, y como robots seguirán su camino.
A los robots los programan para que se comporten de determinada manera y a veces pienso que en estas sociedades de consumo las personas son programadas para que se comporten de tal o cual forma y que el sistema siga vivo.
Cuando oigo la pregunta en adolescentes sobre qué van a seguir estudiando me pongo las manos a la cabeza porque muy pocos saben lo que quieren y a muy pocos se les enseña que hoy en día prima más la emoción y la creatividad que el empeño y el sacrificio de sacarte un título.
¿Quién soy yo para intentar cambiar el mundo o peor aún a las personas que me rodean?
Tras este periodo de tiempo de relax antropológico he intentado dejarme llevar y como dije en la despedida, ser un poco más “cerdito feliz”
Lo he conseguido sí, este año no me matriculé en la universidad para seguir cursando los estudios de antropología.
Mi idea era darme un respiro a toda esta tormenta de ideas que no hacen más que deprimirme por esa crítica constante. ¿He conseguido librarme de ella?
En parte sí y en parte no.
En junio escribí la despedida, me despedía de dos años escribiendo en un blog sobe una identidad que me había inventado, un antropólogo principiante que a falta de rodearse con personas que entendieran el proceso de cambio que estaba sufriendo decidió montar un blog para contarle al mundo lo que le pasaba por su mente.
Yo no tenía ni idea de blogs, odiaba las redes sociales, era un nativo digital que renegaba de lo digital.
El blog me daba la facilidad de expresar como me sentía, qué observaba y qué pensaba.
Además, el blog me ayudó a encontrar un camino de reflexión y expresión escrita en el que iba viendo que mis escritos interesaban a las personas a las que llegaba el blog.
Entonces , ¿hay algo en mis escritos que sean verdad? ¿soy un buen escritor? ¿soy un buen antropólogo?
¿Quién soy?
Como te dije antes mis identidades fluctúan tanto en entornos digitales como en entornos no digitales. ¿Por qué etiquetarse bajo una etiqueta que te dice qué eres, como eres o que tienes que sentir?
Encontrar tu verdadera identidad puede ser una tarea que precisa mucha meditación.
Cuando abres los ojos y ves que no quieres que te etiqueten por nada sino por como eres, como piensas, o como intentas ser, te das cuenta de que es imposible.
Somos personas, etiquetamos constantemente en base a unas ideas del como tienen que ser las identidades en función de tu posición social o de tus relaciones que crean identidades.
Pertenecemos a grupos culturales bajo unas normas no escritas pero si diferenciadas de otros grupos en el que gracias al grupo puedes diferenciar a otras personas que son diferentes a ti.
Lo negativo del asunto es cuando no te sientes parte de ningún grupo, reniegas de muchos aspectos culturales de tu propia cultura y destruyes el etnocentrismo que te invade para dar paso al conocimiento de lo diferente, al no etiquetaje en base al otro.
Ese desapego produce en la mente de los antropólogos esa separación del mundo que le rodea para divagar sobre el mundo antropológico lleno de palabras raras y de relaciones conjuntas de las que forman una cultura.
Y si la cultura la forman las personas, ¿porque no usar un lenguaje para las personas?
La Antropología se hace extraña para el no antropólogo.
Esta pregunta me le he hecho varias veces. Cuando leí el primer texto entográfico escrito por una antropóloga tuve que leerlo tres veces más para saber de que iba.
Este trataba de masculinidades y de sadomasoquismo. Entender todas las expresiones que usan los antropólogos para describir los procesos culturales se hacia incomprensible.
Poco a poco y tras leer textos infumables de antropólogas te das cuenta de que sin ese proceso de aprendizaje la antropología puede parecer de locos y no me extraña que uno acabe majareta si cuando lo que intentas explicar es las relaciones entre personas o ese conjunto de saberes y conocimientos que componen la cultura para que esta se convierta en un trabalenguas difícil de explicar y al final te cuestionas para quien tiene que servir la antropología.
En algunos post he escrito estas mismas sensaciones que he vivido estudiando antropología y que son compartidas con otras personas que les ha pasado lo mismo.
Es curioso que no sea el único que sufre una transformación al contacto con la antropología, esa experiencia que el conocimiento antropológico te descubre.
La antropología hace extraño al antropólogo.
Es como si fuera una rueda que se alimenta.
La antropología habla raro y el antropólogo sigue dando esa expresión rara a la antropología.
Si algo es raro produce rechazo de por sí.
Lo bueno, es que a las antropólogas, cuanto más raro sea el asunto más nos atrae.
Es curioso.
Creo que ya he divagado suficiente por hoy.
Quería contarte lo nuevo de este blog.
En verdad no hay nada nuevo.
Bueno algo sí.
¿Qué es lo nuevo de este blog?
En el 2014 abrí este blog en la plataforma de wordpress, no tenía ni idea de como funcionaba esta plataforma, ni de redes, ni de nada relacionado con lo digital.
Ahora tras dos casi tres años con el blog he aprendido mogollón en lo digital, dicen que soy muy radical y es verdad, cuando me da por algo lo exprimo hasta la última gota y con el blog me dio por exprimir la experiencia digital.
Lo malo es que lo digital no tiene fin, en lo digital todo pasa muy deprisa y todo queda atrás igual de rápido.
Por lo tanto lo digital no tiene fin sino que es el comienzo y no puedo exprimirlo al máximo como me gusta ya que cuando aprendes algo, a los pocos días sale algo nuevo que experimentar.
Empresas, gobiernos, personas, entran en lo digital para descubrir el capital que este produce, las burbuja de las .com parece que ya se ha olvidado, ahora la infraestructura es mucho mayor y el capital hace de las suyas en la red.
Tras esta experiencia digital quise ampliar mis conocimientos estudiando de forma reglada un curso de comunicación digital por la Uned, (la Uned siempre me acompaña oye).
En este curso aprendí mogollón de como lo digital se transforma y de como el capital ha transformado y sigue transformando lo digital en su capacidad voraz de consumo.
En esta nueva era digital que está naciendo ya no se consumen objetos sino información.
Otra vez me estoy yendo por los cerros de Úbeda.
Ahora que he pasado más tiempo en lo digital en estos últimos tres años, me ha dado una experiencia que ahora me dispongo a divagar, no ahora mismo sino detrás de las cámaras ya que estoy escribiendo e investigando que herramientas nos puede ofrecer una mirada hacia la antropología digital.
No me enrrollo más.
Lo nuevo de este blog, es que le he puesto un dominio ya que permite que el blog tenga otra interfaz, otras funcionalidades y formas de organizar la información que irás leyendo en el blog.
Para mi es más fácil organizar la información gracias a herramientas que dispone el mercado digital, espero que sea más fácil encontrar lo que buscas en el blog.
Ya sabéis que en el blog escribo lo que se me va ocurriendo por la cabeza.
También tengo abiertas las puertas del blog por si alguien quiere escribir en él.
Ahora me siento algo raro porque me desapegué de la antropología y vuelvo para no saber muy bien que contar.
Por lo tanto como mi mente está un poco oxidada tras un período de letargo, una de las tareas que tengo pendientes en este blog es dar un repaso a todos los artículos que se han escrito y publicado, a seguir ordenando los contenidos y si alguno precisa de algún cambio lo realizaré.
Cuando lees cosas que has escrito hace dos años te hechas las manos a la cabeza y te da vergüenza haber publicado aquello, pero bueno, publicado está.
Espero que me acompañes en esta nueva etapa en la que he dejado de ser un antropólogo principiante para convertirme en yo que sé, porque como te dije al principio fluctúo en un mar de identidades cibernéticas y no cibernéticas.
Un gran besazo;
El Antropólogo Principiante.
Totalmente de acuerdo y muy identificado con este post.
En mi caso, yo empecé en la UNED hace 4 años, como estudiante a tiempo completo. Para mi la Antropología fue el final de una etapa y el comienzo de otra maravillosa. En estos 4 años unedianos, este blog me ha apoyado en momentos difíciles y en otros un tanto divertidos cuando me sentía identificado con lo que escribías.
Quizá sientas que tu identidad ha cambiado con este tipo de estudios, pero has creado una pequeña comunidad de antropólogos en el que todos nos sentimos mas unidos gracias a ti.
Enhorabuena.
Gracias Borja, que guay tus palabras. Así no me siento tan solo. Un gran abrazo antropocompi.
Vaya, me ha pasado igual. Aunque voy recien iniciando tengo divages parecidos, he pensado tanto que llego al punto de pensar si sirvo o no para la antropología, luego conozco algo nuevo sobre esto y me emociono a mil y todo fluye subiendo mis ánimos. Es raro, sabes. No tengo cercanía con nadie que sea o estudie antropología, siento que necesito dirección, como un esquema que ni soy capaz de seguir . En fin, solo quiero agradecerte por crear tu blog lo consegui asi de la nada y es bueno saber que lo que pasa es normal. Me dieron muchas ganas de experimentar que es escribir un blog pero no se de que escribiría. Busco como un crecimiento de mis conocimiento y solo siento que puedo obtenerlos al experimentarlos. Ahora terminare mi comentario diciendo que de verdad necesito ayuda.
Buenas Ann, gracias por el comentario que has dejado, yo mi terapia la realizo escribiendo y lanzando al universo lo que se me pasa por la cabeza. Los mapas mentales me ayudan a marcar un camino que ni yo mismo sé hacia donde va, pero ahí voy todos los días poniendo la piedrecita. Un abrazo
Me alegra saber de ti. Leerte provoca siempre una sonrisa en mi, porque me siento identificada en muchas cosas que sientes y escribes. Creo que ese cambio de infelicidad le surge a muchas de las que estudiamos antropología.
Un abrazo y que la búsqueda de nuestro «yo» resulte placentera.
Gracias Geli, saber que hay gente detrás de la pantalla a la que le gusta lo que voy escribiendo me da ánimos para seguir, un abrazo.
¡Qué alegría leerte de nuevo!
Descubrí tu blog hace unos meses, justo cuando retomaba en esta cabecita mía la idea de estudiar Antropología en algún momento de mi ya volandera vida estudiantil que actualmente me lleva por los derroteros de las Ciencias Ambientales (también en la UNED) y que está temporalmente suspendida por la llegada de un pequeñajo a mi vida.
El caso es que ya en su día pensaba que me gustaría estudiar Antropología y, como decía, andaba yo pensando hacerlo poquito a poco cuando me puse a recopilar revistas y libro que leer y blogs que visitar de forma más asidua. Así fue como encontré a este antropólogo principiante con entradas muy interesantes y cuyas cuitas comparto desde el punto y hora en que estar volcado y sensibilizado en el medio ambiente, que al fin y al cabo abarca mucho más que los pajaritos y la naturaleza, e incluye al hombre, sus usos y costumbres, las sociedades que conformamos.
No soy el más indicado para recomendarte que no abandones el blog cuando todos los míos (Homo libris, las Andanzas de un Trotalomas y Lobosoft) están hechos unos zorros y llenos de telarañas, pero sí que me gustaría animarte a ello y más ahora que veo que has remodelado esta casa y nuevos aires corren por sus habitaciones. Así pues, ¡ánimo y a por ello!
¡Nos leemos!
Ya sabemos que los blogs requieren de cierta actividad bloguer y cuando recibes este tipo de comentarios se activa la dopamina tras una reacción emocional tras leer este pedazo de comentario. Muchas gracias y animo con los blogs 🙂